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domingo, 22 de marzo de 2015

Frío

Llueve.
Tras los cristales.
Gélidas las gotas
calan hasta dentro
y entibian el alma.
Parece mentira
que hayan aparecido,
sin apenas advertirlos,
luminosos brotes
de primavera.
Cuando sigue haciendo
a mi alrededor
tanto frío. 

Para cuándo...

Para cuándo la anhelada primavera
de la transparencia en la mirada.
Mis ojos, al fin, reflejados
                                         en los suyos.

Antes de amanecer

I
Antes de amanecer
siempre está oscuro.
Más aún en tiempo de desolación.
II
Pero, al principio,
fue la llama y su resplandor…
III
Cómo dar a luz, recrear
un nuevo idioma,
el lenguaje de la vida
y su palabra de consolación.

No quiero

No quiero
que me tapen la boca
cuando digo “no quiero”.
(Ángela Figuera)

No quiero
que privaticen la felicidad
que silencien la brisa y el canto
que vuelva el miedo a las calles
que sepulten los versos y el espanto.
No quiero
que precinten las puertas
que se acapare el pan y la imaginación
que nos muerda la indiferencia
que haya lunes sin ilusión.
No quiero más banderas ni fronteras
que las del corazón.
No quiero
que nos sigan engañando con falacias
que insulten con altivez y arrogancia
que subestimen desde el silencio
que arrojen solo migajas y desprecio.
No quiero
que haya más jirones sobre las vallas
que corra la sangre por la playa
que echen más sal sobre las personas heridas
que suenen a imposible sus demandas.
No quiero que emigren con dolor
las aves que nacieron de mis entrañas.

Sé que en lo oculto

Sé que en lo oculto me miras
tras el umbral de mis noches.
Aunque yo no pueda verte.
Y, a veces,
eso me basta.

La mirada ausente

La mirada ausente, perdida,
el estremecimiento y su fulgor,
el inaudito suspense de la herida,
la apasionada experiencia del amor.

Un nuevo lenguaje

Solo cuando lo sientas
como una herida
o un temblor en las entrañas,
podrás interpretar
la revelación del don
que se te ha concedido.
Para volver a reencontrarte
tras el exilio del deseo.
Y así descifrar
palabra a palabra,
Beso a verso,
el lenguaje de la ternura
que un día perdimos.
Para que no se oculte más
el sol en tu camino.

Todo irá bien

Una sosegada, sutil pátina de niebla
te va ocultando tras este atardecer
de tu mirada, tus anhelos y tus años,
que se desprenden y desvanecen
como terrosas hojas de este bosque otoñal.
Se te van olvidando los sueños y los nombres,
mientras lo cotidiano adquiere nuevas sensaciones.
Ya no pretendes recorrer sendas desconocidas,
sino dejar que afloren emociones transparentes,
humedecidas por cálidas lágrimas, cristalinas.
Te es imposible saber hasta cuándo podrás continuar
haciendo memoria y depositando tus recuerdos
en esa agenda manuscrita de tu vida,
cuyas páginas concluirán con un epílogo
transfigurado en poema, suspiro y vuelo.
Hasta el último andén de tu existencia
llega el fulgor de tantas estelas trémulas.
La serenidad va ocupando el centro,
porque sabes que alguien continuará viviéndote
desde la memoria agradecida de su corazón.
Respiras hondo.
Y te abandonas al callado, íntimo silencio.
Sabes que, al fin, todo irá bien.