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domingo, 1 de junio de 2014

A mi edad

A mi edad 
me sigue seduciendo la belleza,
la sorpresa de cada perfil y la figura 
que se cruza en mi senda temprana,
con la que se empapa la mirada y su delirio
desde el primer rocío del alba y su mañana.
A mi edad
las anhelantes emociones se disfrazan
de interiores paladeos, calmos,
absorbentes, delicados,
que preanuncian, a veces,
un desenlace vibrante, inesperado.
A mi edad
la realidad se impone en las heridas
que ahondan hasta el hueso,
las alteraciones de la primavera pausada,
la necesidad de aceptar el otoño
y la tenue gasa que vela mi vista cansada.
A mi edad
quedan tras los restos del sereno declive
de los años, la sonrisa de los días idos,
la dócil costumbre de la indignación,
el leve aleteo del silencio y su universo,
la insumisa presencia de la ternura y la pasión.
A mi edad
suelo acudir al rincón de la memoria
sin melancolías ni nostalgias,
por si algún parecido permanece latente
en la escala de mis cromosomas y mis genes
de aquel que fui, oculto tras el espejo transparente.

Canto de despedida, nueva singladura y vuelo

Para Abraham, con inmenso cariño,
al entrar en una nueva etapa de su vida.
CANTO DE DESPEDIDA,
NUEVA SINGLADURA Y VUELO
Se agolpan los recuerdos,
como las camisetas y los pantalones
en la bolsa que depositarás sobre el estante
de tu nuevo hogar, entre tus anhelos y pasiones.
Se agolpan los recuerdos,
y risas y juegos y nocturnos amigos,
y tantas amargas lágrimas derramadas
en tus primeros años sin hambre ni abrigo.
Se agolpan los recuerdos,
las fotos en color con calcetines subidos
y sonrisa radiante, junto al mar,
o desde tantos paisajes de hermosura heridos.
Se agolpan los recuerdos,
la caricia, el mimo hacia tu hermana,
la música, la angustia por los desprecios,
una forma de ser marcada a fuego en el alma.
Se agolpan los recuerdos
y las calles, las manifestaciones, la fe,
la melena, nuevos amigos, la incertidumbre,
las disculpas, el miedo, hasta ponerte de nuevo en pie.
Se agolpan los recuerdos
ahora que partes ligero de equipaje…
Que no se estanque nunca el caudal de tus sentimientos,
solo déjate llevar por la estela del amor y su oleaje.
Se agolpan los recuerdos
y aunque ya inicias el definitivo vuelo, la marcha
hacia un inédito puerto, adentrándote libre en la mar,
sabes que siempre podrás recalar en nuestro corazón y su desvelo.

El barquero de espuma

Algún día el barquero de espuma
me guiará hacia la orilla luminosa
del abismo y su vértigo.

El muerto (José Hierro)

Aquel que ha sentido una vez en sus manos temblar la alegría
no podrá morir nunca.
Yo lo veo muy claro en mi noche completa.
Me costó muchos siglos de muerte poder comprenderlo,
muchos siglos de olvido y de sombra constante,
muchos siglos de darle mi cuerpo extinguido
a la yerba que encima de mí balancea su fresca verdura.
Ahora el aire, allá arriba, más alto que el suelo quepisan los vivos
será azul. Temblará estremecido, rompiéndose,
desgarrado su vidrio oloroso por claras campanas,
por el curvo volar de gorriones,
por las flores doradas y blancas de esencias frutales.
(Yo una vez hice un ramo con ellas.
Puede ser que después arrojara las flores al agua,
puede ser que le diera las flores a un niño pequeño,
que llenara de flores alguna cabeza que ya no recuerdo,
que a mi madre llevara las flores;
yo querría poner primavera en sus manos.)
¡Será ya primavera allá arriba!
Pero yo que he sentido una vez en mis manos temblar la alegría
no podré morir nunca.
Pero yo que he tocado una vez las agudas agujas del pino
no podré morir nunca.
Morirán los que nunca jamás sorprendieron
aquel vago pasar de la loca alegría.
Pero yo que he tenido su tibia hermosura en mis manos
no podré morir nunca.
Aunque muera mi cuerpo, y no quede memoria de mí.

Hay días

Hay días
en que la tarde
se viste de gris
y la sonrisa palidece
tras la hojas hechizadas
por un viento inclemente.

Se desvanecía

Se desvanecía
ante la luz y nuestro ardor.
Adelantábamos así
el despunte del alba,
como una ofrenda.

Sazón

Ya está todo en sazón. Me siento hecha,
me conozco mujer y clavo al suelo
profunda la raíz, y tiendo en vuelo
la rama, cierta en ti, de su cosecha.
¡Cómo crece la rama y qué derecha!
Todo es hoy en mi tronco un solo anhelo
de vivir y vivir: tender al cielo,
erguida en vertical, como la flecha
que se lanza a la nube. Tan erguida
que tu voz se ha aprendido la destreza
de abrirla sonriente y florecida.
Me remueve tu voz. Por ella siento
que la rama combada se endereza
y el fruto de mi voz se crece al viento.`
(María Victoria Atencia)

Ven, salgamos a la noche

Ven. Salgamos a la noche.
Para que las estrellas
rielen en tu pupila
y la oscuridad
me permita palpar
las primicias
de tu revelación.

Quién sabrá descifrar

Quién sabrá descifrar
la sombra de mis días,
la búsqueda solitaria, incesante.
O escuchar las palabras que brotan
de mi íntimo silencio.

Dos poemas breves

Tú eres luz.
                  Bríllame…
********
¿Qué hubiera sido de mí
sin ti?
                      ¿Y sin mí?