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martes, 7 de enero de 2014

Sueño

Sueño de la gaviota, el vuelo,
hasta llegar a ser pleno ascenso,
puro anhelo.
Sueño de la rosa, la fragancia,
siendo como es aroma intenso,
párvula elegancia.

Madiba

Mandela de la dignidad,
abuelo de la sonrisa luminosa,
sin diferencias al fin por la piel,
tu revolución radical, pacífica,
desviviéndote por la convivencia,
luchando por la justicia,
por un pueblo reconciliado,
un nuevo mundo solidario.
Tú, desde los muros de la cárcel,
o al servicio de tu país
como presidente humilde,
siempre la libertad como guía,
adquirida día día,
conquistada al fin, definitiva,
en tu última partida por la vida.
Hoy tu ejemplo representa
la mejor estrella
para vivir una Navidad
diferente, encarnada.
Hasta siempre, entrañable,
inolvidable Madiba. 

El manantial de las lágrimas

Fue la última gota que derramó su inédita altivez
y que enjugó el manantial de las lágrimas.

No volvió su mirada hacia aquel ser
insensible, desalmado. El desprecio conquistó
una nueva plaza al tiempo y su quebranto.

Un fulgor en la mirada despejó
un desconocido e incierto amanecer,
que dejó atrás la cárdena, encallecida
noche del silencio y el espanto,
que habitaron durante demasiado tiempo
las tinieblas de la calle Olvido. 

La marea

La marea, con su hermosa pleamar y bajamar, fruto
del juego amoroso y la atracción entre la Luna y el Sol.
Flujo de nuevas mareas, hoy, blancas, rojas, verdes, negras,
con su plenamar de puños circunvolando esta feroz anochecida. 

Mujer que no poseeré jamás

Latidos traspasados por la ternura,
nuestros pechos moldeados en otra piel,
plena levedad de la simbiosis,
erguidos sobre el ardor de las brasas
o abatidos bajo el gélido
torpor de la sutil costumbre.

Huyo de la imagen retórica,
ampulosa de tu realidad multiplicada,
pues no hay más que vacío
y ceniza tras la penumbra de la falacia.

Para sentirte más allá de ti,
me adentro en tu mismidad,
desde la sima donde el olvido se desvanece
y resucita nítido en cada vestigio compartido.

Mujer que no poseeré jamás…
Siempre te has deslizado libre,
imperceptible entre mis dedos
empapados de rocío.

Nos sostenemos así con cada abrazo y su noche
premonitoria del sueño al fin desvelado,
que nos acogerá con la ferviente súplica
en los labios húmedos del beso,

para poder mantener
incólumes los anhelos,
trémulos los deseos: un insistente
y claro fulgor que nos deslumbre.

Un cuerpo oscuro

Un cuerpo oscuro, hinchado, irreconocible,
devorado por miles de pirañas áureas, fulgurantes, 
es vomitado sobre las playas con certificado ISO,
mientras estas dramáticas palabras atraviesan
el universo virtual y satisfecho de internet.

Mariposas

Mariposas cuya volada están impedidas de alzar
hasta que no las liberes de sus fíbulas, cuando descanse
tu mirada quizá, en este precioso instante, sobre
estas palabras, anhelantes por recibir tu propio aliento de vida. 

La caricia, ese incesante viaje

La caricia, ese incesante viaje alterno por el mapa de la piel,
los ojos sellados a la luz, en las papilas el gusto salino
de la oquedad y su mar de fondo, en un recorrido gradual,
impredecible, hasta el anhelado y fiero gemido finalicio. 

Otoño

La hojarasca volátil del olvido,
el silencio inconsciente del desconsuelo.
el dolor insepulto de la herida aún sangrante.
Invoco la memoria para llegar a percibir
la diáfana realidad aún silenciada.

La gota que horada incesante la piedra
hasta transformarla en piel conmovida.

Poeta de la noche constelada

Poeta de la noche constelada,
rescatando restos de naufragios
para que revivan en cada palabra
y se transformen en odas elementales, 
                                            eternas.

Mis manos moldean tus rasgos

Mis manos moldean tus rasgos,
ocultos tras el mármol de tu misterio,
revelándose en cada golpe de cincel.
Para llegar a ser tu misma a través de mi mirada.

Fuiste una invitada tardía

Fuiste una invitada tardía
a la celebración de la vida,
a la incertidumbre de sus horas.
Imprescindible ya, amiga duda. 

Del sutil pentagrama

Del sutil pentagrama del río de la vida
brota la musicalidad de cada nota.
Los silencios, las cadencias, tan importantes
como los tonos y su armonía.

La sonrisa como una bandera

Dejarse conducir por el camino trazado 
en las vías por las que se anhela
alcanzar el tren impuntual
y sorprendente de la vida.

Sendero abierto y diáfano, arbolado,
por el que transita el encanto
y las solícitas sombras que acompañan
la que cada uno lleva prendida
como una capa, que consigue hacer
que desaparezca la duda y su quebranto.

Y nos ofrece la honda serenidad
de cada atardecer, contemplado
desde la cima de las dunas que leve
el viento ha hilvanado; o la luna
que se refleja en cada mirada apasionada,
en el cuarto oscuro del alma, revelada.

La sonrisa como una bandera.
Como una patria acogedora, abierta,
ajena a cualquier premisa o frontera.

Cuando la presencia de la persona amada
hace prescindible la antorcha de la fe,
se saborea el suave fruto de la ternura,
el ardor y la pasión inesperada,
el aroma de la esperanza y su dulzura.

(Para mi hija Ruth, en su 18 cumpleaños).

La gota perenne

La gota perenne, penetrante,
desgarradora de la insatisfacción.
Que no es capaz de gozar el instante,
el puro don del agradecimiento. 

Solo se enarbola mi esperanza

Solo se enarbola mi esperanza, 
desgarrada en mil jirones,
ante la desvalida certeza de que no te irás,
pues estás llegando desde siempre.