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sábado, 20 de diciembre de 2014

Dentro de ti hay una estrella

Dentro de ti
hay una estrella,
oculta, silente,
aguardando a desplegar
su fulgurante estela
en tu entraña,
tus sentimientos
y tu mirada ardiente.
Para que llegues a dar
la luz que anhelas,
solo precisas pasión,
hontanar, simiente.

La contemplación cotidiana

La contemplación vital, cercana,
presiente la turbación de lo inefable
y lo pretende concreto, palpable
por las sendas cotidianas.
Lo indecible acaece cada mañana
junto a la palabra vulnerable,
mediante la mano solícita, amable,
porción leve, fecunda, de felicidad humana...

Revista Oleaje 2014

La revista Oleaje, que preparamos los miembros de la Tertulia poética del Centro Cultural Buero Vallejo de Canillejas (Madrid), con los varios de los poemas que hemos hecho durante este año.

MADRID.ES

En mi silencio habitado

En mi silencio habitado
todo adquiere plenitud:
las lágrimas,
la luz…

Como ángeles caídos

Como ángeles caídos,
incapaces de elevarse
sobre esta tierra umbría,
sedientos, perdidos.
Algunos, tras el esfuerzo
de numerosas tentativas,
aceptan el sometimiento,
las cadenas de la deriva.
Otros no desisten,
y se esfuerzan por alzar las alas,
la frente, el corazón y la mirada
hacia los ecos de sus recuerdos.
Y pronuncian palabras y anhelos,
las sellan y los lanzan al universo,
gritan, entrelazan sus alas,
para no sucumbir al desaliento.
No dejan espacio a la melancolía
ni a la persistente crudeza de los días,
pues saben que provienen de otros cielos,
por los que se desviven y empeñan sus sueños.

La cómplice mirada de su luna

Como pétalos ajados, marchitos
fueron cayendo las promesas,
las amenazas, los olvidos,
dando a luz inéditas certezas.
Ni siquiera el odio prendió en su pecho,
no hubo falsas despedidas
ni pactos condenados al calvero
de su tierra vulnerada, herida.
En la puerta dejó con determinación
las maletas ya sin nombre ni tristeza.
No atendió a las promesas, la obligación,
ni siquiera a los gritos o su destreza.
Abrió la ventana y se sentó desnuda
a contemplar la noche constelada.
Sin más deleite que la sonrisa alborada
por la complicidad de la mirada de su luna.

El íntimo pálpito del silencio

Junto al destello
de las olas,
el íntimo pálpito
del silencio.

martes, 11 de noviembre de 2014

Y sigo descifrando

Y sigo descifrando
palabras tejidas
de recuerdos,
anhelos,
clamores,
que me acercan
las olas, la brisa,
su mar…

Ídolo con pies de barro

El ídolo que todo lo domina mantiene 
sobre sí los focos debidamente dirigidos,
para agigantar aún más su silueta…
No obstante se pueden contemplar
sus quebradizos pies de barro.
Su niebla despliega un manto gris
sobre las estrellas noctívagas.
El miedo se extiende alado y aprisiona
como un tumor, que necrosa la mente
y apesadumbra inmisericorde la mirada.
Pero un empañado y tenaz horizonte
invita a suspirar con otro aliento,
la audacia marcando su propio territorio
hasta acallar los mandatos del temor,
abriendo en la oscuridad un resquicio,
un vislumbre.

Oración por nosotros los poetas

Señor, ¿qué nos darás en premio a los poetas?
Mira, nada tenemos, ni aun nuestra propia vida;
somos los mensajeros de algo que no entendemos.
Nuestro cuerpo lo quema una llama celeste;
si miramos, es sólo para verterlo en voz.
No podemos coger ni la flor de un vallado
para que sea nuestra y nada más que nuestra,
ni tendernos tranquilos en medio de las cosas,
sin pensar, a gozarlas en su presencia sólo.
Nunca sabremos cómo son de verdad las tardes,
libre de nuestra angustia su desnuda belleza;
jamás conoceremos lo que es una mujer
en sus profundos bosques donde hay que entrar callado.
Tú no nos das el mundo para que lo gocemos,
Tú nos lo entregas para que lo hagamos palabra.
Y después que la tierra tiene voz por nosotros
nos quedamos sin ella, con sólo el alma grande…
Ya ves que por nosotros es sonora la vida,
igual que por las piedras lo es el cristal del río.
Tú no has hecho tu obra para hundirla en silencio,
en el silencio huyente de la gente afanosa;
para vivirla sólo, sin pararse a mirarla…
Por eso nos has puesto a un lado del camino
con el único oficio de gritar asombrados.
En nosotros descansa la prisa de los hombres.
Porque, si no existiéramos, ¿para qué tantas cosas
inútiles y bellas como Dios ha creado,
tantos ocasos rojos, y tanto árbol sin fruta,
y tanta flor, y tanto pájaro vagabundo?
Solamente nosotros sentimos tu regalo
y te lo agradecemos en éxtasis de gritos.
Tú sonríes, Señor, sintiéndote pagado
con nuestro aplastamiento de asombro y maravilla.
Esto que nos exalta sólo puede ser tuyo.
Sólo quien nos ha hecho puede así destruirnos
en brazos de una llama tan cruel y magnífica.
… Tú que cuidas los pájaros que dicen tu mensaje,
guarda en la muerte nuestros cansados corazones;
dales paz, esa paz que en vida les negaste,
bórrales el doliente pensamiento sin tregua.
Tú nos darás en Ti el Todo que buscamos;
nos darás a nosotros mismos, pues te tendremos
para nosotros solos, y no para cantarte.
(José Mª Valverde, Hombre de Dios, 1945)

Un gran vacío en el universo

Un gran vacío
en el universo
entre tú y yo.
Un vacío henchido
de antimateria
y sus positrones,
que crean
a nuestro alrededor
un ardiente
campo de atracción.

martes, 28 de octubre de 2014

La estrella de tu cielo



La estrella de tu cielo.
El cielo de tu corazón.
Tu corazón habitado.

El círculo devastador de la rutina

Se cansó de esperar nuevas estrellas cada noche,
de sentir los gemidos que nacen desde muy adentro,
de abandonarse al estremecimiento y el anhelo,
de permitir que la pasión la arrebate y eleve,
de descubrir inexploradas veredas de perlas en la piel.
Quizá fuera el cansancio,
la ausencia de ternura
o la costumbre de la negativa.
El amor distante, herido.
Un leve beso insensible de despedida
pronuncia el habitual hasta mañana,
y la vuelta distante hacia su lado frío en la cama
cierra de nuevo el círculo devastador de la rutina.

Me está volando el viento

Me está volando el viento
cometas de las mil piruetas.
Aire que me alimenta
como la luz.
Que avanza cada vez
más alto, más alto.
Más adentro.

Tras los visillos de la ternura

Tras los visillos de la ternura
se velan las figuras que se abrazan,
no hay distinción, ni desavenencia,
únicamente la dulzura de las manos
que se despojan de vendas y temores
para abrirse a la brisa crepuscular
y al sutil atrevimiento de la transparencia.
Hoy recorren abrazados las orillas de su mar,
para buscar juntos el horizonte
en el que lo cotidiano sea la tierra fértil
donde se entrelace la sensatez y el juego,
la ternura y el sello de sus besos,
el trabajo por descifrar veredas y anhelos.
Cuando el cariño da alas a la pasión por la vida,
no hay lindes ni contornos,
no hay discriminación ni sexos,
no hay armarios ni desdenes ni desprecios.
Pues el Amor les une y bendice desde sus adentros,
sonríe confiado, decidido, burlesco,
hasta arrebatarles la mirada, el asombro y su desvelo.

Una explosión fue el origen

Una explosión fue el origen
del vacío cósmico tan denso de plenitud,
de todo lo que he sido, de quien seré.
La tenue línea del horizonte:
abismo sin fondo, palabra,
verso definitivo, esencial.
Mi nombre pronunciado
por su boca sin forma conocida,
por sus labios sin contorno,
en un idioma ignoto
para el desamor.

La clara luz de tu sonrisa

La clara luz de tu sonrisa,
el tenue roce de la brisa,
el destello tras el botón de tu camisa,
la noche que nos sorprende, que no avisa,
la mano que se demora sin prisa.

lunes, 15 de septiembre de 2014

La añoranza

La añoranza que resuena
sobre el eco de la brisa,
evoca el contorno, tu figura,
grabada en el hondo,
frondoso, vivificante
hueco del corazón.

No permanece lo etéreo

No permanece lo etéreo e irreal,
sino la densidad de la memoria,
la imagen impresa de la vivencia,
la presencia inasible, vívida,
como tus manos recorriéndome
desde la distancia y el recuerdo estremecido.

Mar de fondo

Cerró los ojos
y se quedó absorta,
embelesada en la profundidad
de su mar de fondo.
Y se dejó acunar por la brisa,
hasta adormecerse con la resonancia
de las olas acariciando
la línea blanca y ardiente de su playa.

Me has dejado herido

Me has dejado
herido,
mas con una herida
luminosa,
colmada de vida.

sábado, 12 de julio de 2014

El don

El don
de mis manos.
La mirada
agradecida.
La pasión
por la vida.

Mago de las sendas del asombro

Mago de las sendas del asombro,
haz volar dos palomas blancas
por el cielo de mis pupilas,
para que recobren el esplendor
de la íntima alegría.

No quedan ya promesas

No quedan ya promesas
en el inventario de mi anhelo.
Ni certezas que no se puedan obsequiar
en torno a la palabra ferviente y su velo.

El jardín de mis recuerdos

El jardín de mis recuerdos,
la tenue luz de mi infancia,
el rostro desvaído en el espejo,
la imprecisa visión desde mi ventana.

domingo, 1 de junio de 2014

A mi edad

A mi edad 
me sigue seduciendo la belleza,
la sorpresa de cada perfil y la figura 
que se cruza en mi senda temprana,
con la que se empapa la mirada y su delirio
desde el primer rocío del alba y su mañana.
A mi edad
las anhelantes emociones se disfrazan
de interiores paladeos, calmos,
absorbentes, delicados,
que preanuncian, a veces,
un desenlace vibrante, inesperado.
A mi edad
la realidad se impone en las heridas
que ahondan hasta el hueso,
las alteraciones de la primavera pausada,
la necesidad de aceptar el otoño
y la tenue gasa que vela mi vista cansada.
A mi edad
quedan tras los restos del sereno declive
de los años, la sonrisa de los días idos,
la dócil costumbre de la indignación,
el leve aleteo del silencio y su universo,
la insumisa presencia de la ternura y la pasión.
A mi edad
suelo acudir al rincón de la memoria
sin melancolías ni nostalgias,
por si algún parecido permanece latente
en la escala de mis cromosomas y mis genes
de aquel que fui, oculto tras el espejo transparente.

Canto de despedida, nueva singladura y vuelo

Para Abraham, con inmenso cariño,
al entrar en una nueva etapa de su vida.
CANTO DE DESPEDIDA,
NUEVA SINGLADURA Y VUELO
Se agolpan los recuerdos,
como las camisetas y los pantalones
en la bolsa que depositarás sobre el estante
de tu nuevo hogar, entre tus anhelos y pasiones.
Se agolpan los recuerdos,
y risas y juegos y nocturnos amigos,
y tantas amargas lágrimas derramadas
en tus primeros años sin hambre ni abrigo.
Se agolpan los recuerdos,
las fotos en color con calcetines subidos
y sonrisa radiante, junto al mar,
o desde tantos paisajes de hermosura heridos.
Se agolpan los recuerdos,
la caricia, el mimo hacia tu hermana,
la música, la angustia por los desprecios,
una forma de ser marcada a fuego en el alma.
Se agolpan los recuerdos
y las calles, las manifestaciones, la fe,
la melena, nuevos amigos, la incertidumbre,
las disculpas, el miedo, hasta ponerte de nuevo en pie.
Se agolpan los recuerdos
ahora que partes ligero de equipaje…
Que no se estanque nunca el caudal de tus sentimientos,
solo déjate llevar por la estela del amor y su oleaje.
Se agolpan los recuerdos
y aunque ya inicias el definitivo vuelo, la marcha
hacia un inédito puerto, adentrándote libre en la mar,
sabes que siempre podrás recalar en nuestro corazón y su desvelo.

El barquero de espuma

Algún día el barquero de espuma
me guiará hacia la orilla luminosa
del abismo y su vértigo.

El muerto (José Hierro)

Aquel que ha sentido una vez en sus manos temblar la alegría
no podrá morir nunca.
Yo lo veo muy claro en mi noche completa.
Me costó muchos siglos de muerte poder comprenderlo,
muchos siglos de olvido y de sombra constante,
muchos siglos de darle mi cuerpo extinguido
a la yerba que encima de mí balancea su fresca verdura.
Ahora el aire, allá arriba, más alto que el suelo quepisan los vivos
será azul. Temblará estremecido, rompiéndose,
desgarrado su vidrio oloroso por claras campanas,
por el curvo volar de gorriones,
por las flores doradas y blancas de esencias frutales.
(Yo una vez hice un ramo con ellas.
Puede ser que después arrojara las flores al agua,
puede ser que le diera las flores a un niño pequeño,
que llenara de flores alguna cabeza que ya no recuerdo,
que a mi madre llevara las flores;
yo querría poner primavera en sus manos.)
¡Será ya primavera allá arriba!
Pero yo que he sentido una vez en mis manos temblar la alegría
no podré morir nunca.
Pero yo que he tocado una vez las agudas agujas del pino
no podré morir nunca.
Morirán los que nunca jamás sorprendieron
aquel vago pasar de la loca alegría.
Pero yo que he tenido su tibia hermosura en mis manos
no podré morir nunca.
Aunque muera mi cuerpo, y no quede memoria de mí.

Hay días

Hay días
en que la tarde
se viste de gris
y la sonrisa palidece
tras la hojas hechizadas
por un viento inclemente.

Se desvanecía

Se desvanecía
ante la luz y nuestro ardor.
Adelantábamos así
el despunte del alba,
como una ofrenda.

Sazón

Ya está todo en sazón. Me siento hecha,
me conozco mujer y clavo al suelo
profunda la raíz, y tiendo en vuelo
la rama, cierta en ti, de su cosecha.
¡Cómo crece la rama y qué derecha!
Todo es hoy en mi tronco un solo anhelo
de vivir y vivir: tender al cielo,
erguida en vertical, como la flecha
que se lanza a la nube. Tan erguida
que tu voz se ha aprendido la destreza
de abrirla sonriente y florecida.
Me remueve tu voz. Por ella siento
que la rama combada se endereza
y el fruto de mi voz se crece al viento.`
(María Victoria Atencia)

Ven, salgamos a la noche

Ven. Salgamos a la noche.
Para que las estrellas
rielen en tu pupila
y la oscuridad
me permita palpar
las primicias
de tu revelación.

Quién sabrá descifrar

Quién sabrá descifrar
la sombra de mis días,
la búsqueda solitaria, incesante.
O escuchar las palabras que brotan
de mi íntimo silencio.

Dos poemas breves

Tú eres luz.
                  Bríllame…
********
¿Qué hubiera sido de mí
sin ti?
                      ¿Y sin mí?

lunes, 14 de abril de 2014

Vislumbre

Sentado en un duro banco 
del andén de la vida.
El tren llega,
abre sus puertas
y vomita decenas de pasajeros.
Un vislumbre –su mirada–
tras el cristal inasequible
de un vagón en marcha.

EL DURO CAMINO

Camina, no temas a la noche,
debes llegar, no desfallezcas.
que no te importe el frío,
ni la falta de luz, ni la ceguera.
Si tropiezas, ¡levanta!
Continúa marchando,
aunque el miedo te muerda
y el camino te haga
querer volver atrás,
persiste,
la dureza del tramo te da fuerza,
No te detengas, sigue adelante
Ya llegas al final.
Lo vas a conseguir.
Ahí mismo está la meta.
(Lola S. Platón)

jueves, 10 de abril de 2014

Noche de laberínticos vuelos de murciélagos

Mi amigo Quintín García, gran poeta con muchos premios a su espalda, ha ganado el primer premio de Peñaranda de Bracamonte, aquí os lo dejo, que lo disfrutéis.


XX PREMIO NACIONAL DE POESÍA.
Peñaranda de Bracamonte


 

noche de laberínticos
vuelos de murciélagos






Entre mis ruinas me levanto,
solo, desnudo, despojado,
sobre la roca inmensa del silencio,
como un solitario combatiente
contra invisibles huestes.
La poesía

                                                                                  OCTAVIO PAZ

1   
 ¿De dónde cuelgo yo mis ojos vulnerados, estas casas vacías
que me habitan, el frío invierno de mis huesos y silencios? ¿De dónde
la herida soledumbre de mis noches siguiendo y siguiendo, una
hora tras otra, este laberíntico vuelo de murciélagos, el sordo
reptar de las serpientes? ¿Acaso de estos brazos ya muñones y baldíos? 
¿Del quicio de mi puerta removido por tantas tormentas y derrotas?
¿O de las diademas y tiaras que adornan las cabezas de los dioses al uso?


2
Colgaré -me dije- esta historia mía de hombre, desolada, de los hombros
patronales de tronos, dominaciones y potestades ( la Bestia, la Gran
Ballena Blanca, las Torres de Babel –torres KIO, torres Petronas, torres
Gemelas redivivas-, la Gloria de Bernini hipostasiada, el Mercado, las Patrias                                                                                                      
que me susurran paraísos a la carta: nuestros vigías salvarán tu nave.

O de la bífida lengua de la serpiente, siempre enhiesta y en ascuas,
siempre viva, que me ofrece en sus escaparates flambeados refulgentes
frutas prohibidas, adagios de violines de marfil, mientras subo la senda.

Quizás  te convenga colgarla –insistí- de los dulces augures (diosecillos
virtuales, el Gran Hermano catódico e icónico, la Wikipedia…), tan solícitos,
que te gritan desde el ágora: siempre que llueve escampa y ya verás
cómo mañana sale el sol.   

3                                  
Pero siguió lloviendo tanto, tanto, que cuando por fin escampaba
estaba ya calado hasta los huesos, a puntito de ahogarme, la cara
entumecida, amarga de cenizas la lengua y los andares, derrotado
(Laoconte dolido de serpientes). Y además había siempre alguien
que robaba el sol por muchos días y soltaba de la madriguera
del Averno a los cuatro jinetes –rojo, negro, verdeamarillo y blanco-
de El Apocalipsis aprovechando sin duda la complicidad obscena
y bastarda de la noche: mi boca solo acertaba a imitar, torpe,
en sorda bocina, el grito de El Grito de Munch: la ceguera
y el frío se me hicieron persistentes.
(En fin, tampoco allí había percha
donde asir mis soledades y cobijar estos ojos heridos de zozobras,
menesterosos de luz y paraísos: Creció mi sed)  

4
 Así que prescindí de los dulces augures, tan solícitos, y de los cantos
de sirena del Becerro de Oro y de los buitres –el Ángel Exterminador,
el filicida dios Cronos y sus devastaciones, la Gran Crisis deicida, Wall
Street- que día y noche me asaltaban con sus altavoces desde los altos,
turbadores cascabeles de La Farsa. Ya puestos me atreví incluso
a prescindir de mis castillos en el aire, tan carne de mi carne
aunque sin carne y huesos, fantasmas áureos que me han acompañado
desde la larga orilla de la infancia. Me quedé desnudo.
       (Alguien
me había borrado, inmisericorde, del número
de los 144.000 salvados, escritos en el Libro)

5                
Hasta de mis lamentaciones prescindí, a veces tan convincentes.
Y una vez purificado del exangüe fulgor de los líquenes
adheridos a mis pies, me puse, como Sísifo, a subir por mi cuenta la piedra
acodada a los ijares. Me puse a aprender que nunca se hace cumbre
sino con la muerte; que detrás de una cima viene otra, y otra, y otra; que
la piedra se cae; que la vida es sólo tener las manos llenas de tejer
día a día la choza de espadañas, la choza, ay, donde guarecernos
de la lluvia, la que hemos de dejar en herencia a los vientos
y a los hijos.
                        Aprender
que sólo nos corresponde un trocito de sol. Y de tierra –la justa
para asentar los pies-. Y de fuego.
        Y saber que es bastante. Por lo menos
hasta la partida final contra la muerte. (Solo nos examinarán
del dolor de las manos)

6      
Desde entonces  he perdido esa obsesión por encontrar perchas ajenas
donde colgar  mi ropa y mi condena. O quizás me he acostumbrado
a que sólo es posible esperanzarse en la sola andadura de mis pies. ¡Miento!:
hay calor y luz en las manos tendidas de cuantos menesterosos
arroja La Bestia contra los acantilados. Y de los ciegos y mudos
a los que el miedo arrancó los ojos y la boca y claman señales
para ascender la senda. Con ellos subiré la piedra. Y tejeré 
la choza de espadañas. Con ellos beberé del fuego y de la miel
que logremos robar a los salteadores. De ellos seré testigo, enmudecido
centinela en esta larga noche de huerto de los olivos, antihéroe
melancólico alimentado de las brumas inocentes de la Arcadia
o del núbil asteroide de El Principito.

7                
De ahora en adelante me pasaré las noches vigilando la oculta
andadura del sol, tan lenta, tan oscura, por esos mundos ignotos
que le ocultan hasta su exacta cita con el alba. No vaya a ser
que algún día alguien vuelva a robar el sol –tronos, dominaciones,
el Hongo nuclear, los Agujeros Negros, el Lehman Brothers-
y no haya luz con que lavarme y renacer, prístino, al flujo
verdadero de las cosas.
     Ni fuego en los abrazos de los náufragos
con que consolar esta carne dolida y fría, esta historia de hombre
tan crecida de soledumbres y de laberínticos
vuelos de murciélago.


                                                                       Quintín García

martes, 8 de abril de 2014

La espuma y sus olas

No existe puerto de llegada
cuando el embarque
es en la nave del olvido,
desde cubierta
solo se divisa el horizonte,
son la espuma y sus olas
la estela y el camino.
La brújula de la íntima velada
señala únicamente las heridas,
las marcas dolientes
por lo que se ha perdido,
pero oculto en la interior bodega,
un sinsonte canta y anhela alcanzar
la bahía del amor, su último destino.

Un antes y un después

Hubo un antes y un después
en mi existencia.
Allí, en el valle del silencio,
aprendí a escuchar el viento,
a sortear los hielos tenaces,
a vislumbrar mínimos resquicios
e intuir sutiles claridades.
Pero durante ese decisivo intervalo,
la linfa, el aliento, el sollozo
en mi nicho de larva
se transformó, al fin, en ninfa,
presagio de alas de mariposa.
Aún resuena el eco que marcó
un antes y un después en mi vida.
Todo fue
al filo de mis veinte años.

Me cautiva

Me cautiva el lento desvanecimiento
de la luz tras el crepúsculo encendido,
la leve penumbra de la incertidumbre,
la magnética caricia creciente,
el callado misterio de mi claustro interior,
la serena certidumbre de tu mano,
la presencia que en mí respira
y pervive pese a la sangre y la fragilidad.
Pero en este breve instante, nada
hay que me atraiga y seduzca más
que la dócil y embriagadora
fascinación por la palabra.

Herido de estupor y de ternura

No. No es por ausencia de sensibilidad,
ni por no aguzar el oído
hacia el cruel lamento en el océano turbulento
de la ignominia.
Ni siquiera por evitar que me zahieran
las imágenes virtuales, distantes,
tras las pantallas alucinógenas,
aislando asépticamente la lágrima y el hedor.
Sencillamente es que esta noche desapacible
he preferido abrigarme entre tus brazos,
para defenderme de la necrosis
de un mundo tan lastimado, vulnerable.
Asomándome deslumbrado ante la eclosión
de la rosa que asoma frágil en tu mismo centro,
hasta quedar sangrando de rocío,
herido de estupor y de ternura.

Nosotros

Una vez
y por breve tiempo
hace mucho tiempo
tu y yo
fuimos de pronto hasta muy adentro
Nosotros.
(José Emilio Pacheco)

Madrid destila sangre

En profunda solidaridad con las víctimas del 11-M
MADRID DESTILA SANGRE
La sangre corre a raudales por Atocha,
el Pozo obrero huele a sangre,
Madrid, por todas sus calles,
destila sangre.
El odio planea y pudre
el aire de la capital,
de toda España,
el odio de los que han sembrado
tanto dolor y muerte
en esta mañana siniestra.
De Madrid al cielo
han decidido enviar los asesinos,
como en una maldita broma macabra,
a centenares de ciudadanos:
trabajadores,
estudiantes,
inmigrantes,
mujeres embarazadas,
niños pisoteados...
desde los hierros humeantes
de unos vagones-infierno.
Maldita sea vuestra ideología,
malditas vuestras mochilas
cargadas de violencia y desgarros,
malditas vuestras manos
y vuestros guardianes,
vuestro dios asesino,
vuestra religión criminal,
ayer, hoy y siempre, malditos...
¡Basta ya de tanta muerte injusta!
Una nueva realidad
ha nacido esta mañana,
ya nada será igual,
os hemos barrido con las escobas
del desprecio.
Sois escoria al igual
que todos los que os acompañan,
y, como tal, desapareceréis,
sin dejar ni rastro en la historia.
Adiós, para siempre,
asesinos de vidas, ya sin futuro,
centinelas de tinieblas,
criminales de la luz
y la felicidad.
Pero aún nos queda
un gramo de esperanza.
Y a esa, nunca la alcanzará
vuestra dinamita,
ni vuestro odio mortal.