Dentro de ti
hay una estrella,
oculta, silente,
aguardando a desplegar
su fulgurante estela
en tu entraña,
tus sentimientos
y tu mirada ardiente.
Para que llegues a dar
la luz que anhelas,
solo precisas pasión,
hontanar, simiente.
sábado, 20 de diciembre de 2014
La contemplación cotidiana
La contemplación vital, cercana,
presiente la turbación de lo inefable
y lo pretende concreto, palpable
por las sendas cotidianas.
presiente la turbación de lo inefable
y lo pretende concreto, palpable
por las sendas cotidianas.
Lo indecible acaece cada mañana
junto a la palabra vulnerable,
mediante la mano solícita, amable,
porción leve, fecunda, de felicidad humana...
junto a la palabra vulnerable,
mediante la mano solícita, amable,
porción leve, fecunda, de felicidad humana...
Revista Oleaje 2014
La revista Oleaje, que preparamos los miembros de la Tertulia poética del Centro Cultural Buero Vallejo de Canillejas (Madrid), con los varios de los poemas que hemos hecho durante este año.
Como ángeles caídos
Como ángeles caídos,
incapaces de elevarse
sobre esta tierra umbría,
sedientos, perdidos.
incapaces de elevarse
sobre esta tierra umbría,
sedientos, perdidos.
Algunos, tras el esfuerzo
de numerosas tentativas,
aceptan el sometimiento,
las cadenas de la deriva.
de numerosas tentativas,
aceptan el sometimiento,
las cadenas de la deriva.
Otros no desisten,
y se esfuerzan por alzar las alas,
la frente, el corazón y la mirada
hacia los ecos de sus recuerdos.
y se esfuerzan por alzar las alas,
la frente, el corazón y la mirada
hacia los ecos de sus recuerdos.
Y pronuncian palabras y anhelos,
las sellan y los lanzan al universo,
gritan, entrelazan sus alas,
para no sucumbir al desaliento.
las sellan y los lanzan al universo,
gritan, entrelazan sus alas,
para no sucumbir al desaliento.
No dejan espacio a la melancolía
ni a la persistente crudeza de los días,
pues saben que provienen de otros cielos,
por los que se desviven y empeñan sus sueños.
ni a la persistente crudeza de los días,
pues saben que provienen de otros cielos,
por los que se desviven y empeñan sus sueños.
La cómplice mirada de su luna
Como pétalos ajados, marchitos
fueron cayendo las promesas,
las amenazas, los olvidos,
dando a luz inéditas certezas.
dando a luz inéditas certezas.
Ni siquiera el odio prendió en su pecho,
no hubo falsas despedidas
ni pactos condenados al calvero
de su tierra vulnerada, herida.
no hubo falsas despedidas
ni pactos condenados al calvero
de su tierra vulnerada, herida.
En la puerta dejó con determinación
las maletas ya sin nombre ni tristeza.
No atendió a las promesas, la obligación,
ni siquiera a los gritos o su destreza.
las maletas ya sin nombre ni tristeza.
No atendió a las promesas, la obligación,
ni siquiera a los gritos o su destreza.
Abrió la ventana y se sentó desnuda
a contemplar la noche constelada.
Sin más deleite que la sonrisa alborada
por la complicidad de la mirada de su luna.
a contemplar la noche constelada.
Sin más deleite que la sonrisa alborada
por la complicidad de la mirada de su luna.
martes, 11 de noviembre de 2014
Y sigo descifrando
Y sigo descifrando
palabras tejidas
de recuerdos,
anhelos,
clamores,
que me acercan
las olas, la brisa,
su mar…
palabras tejidas
de recuerdos,
anhelos,
clamores,
que me acercan
las olas, la brisa,
su mar…
Ídolo con pies de barro
El ídolo que todo lo domina mantiene
sobre sí los focos debidamente dirigidos,
para agigantar aún más su silueta…
No obstante se pueden contemplar
sus quebradizos pies de barro.
para agigantar aún más su silueta…
No obstante se pueden contemplar
sus quebradizos pies de barro.
Su niebla despliega un manto gris
sobre las estrellas noctívagas.
El miedo se extiende alado y aprisiona
como un tumor, que necrosa la mente
y apesadumbra inmisericorde la mirada.
sobre las estrellas noctívagas.
El miedo se extiende alado y aprisiona
como un tumor, que necrosa la mente
y apesadumbra inmisericorde la mirada.
Pero un empañado y tenaz horizonte
invita a suspirar con otro aliento,
la audacia marcando su propio territorio
hasta acallar los mandatos del temor,
abriendo en la oscuridad un resquicio,
un vislumbre.
invita a suspirar con otro aliento,
la audacia marcando su propio territorio
hasta acallar los mandatos del temor,
abriendo en la oscuridad un resquicio,
un vislumbre.
Oración por nosotros los poetas
Señor, ¿qué nos darás en premio a los poetas?
Mira, nada tenemos, ni aun nuestra propia vida;
somos los mensajeros de algo que no entendemos.
Nuestro cuerpo lo quema una llama celeste;
si miramos, es sólo para verterlo en voz.
No podemos coger ni la flor de un vallado
para que sea nuestra y nada más que nuestra,
ni tendernos tranquilos en medio de las cosas,
sin pensar, a gozarlas en su presencia sólo.
Nunca sabremos cómo son de verdad las tardes,
libre de nuestra angustia su desnuda belleza;
jamás conoceremos lo que es una mujer
en sus profundos bosques donde hay que entrar callado.
Tú no nos das el mundo para que lo gocemos,
Tú nos lo entregas para que lo hagamos palabra.
Y después que la tierra tiene voz por nosotros
nos quedamos sin ella, con sólo el alma grande…
Ya ves que por nosotros es sonora la vida,
igual que por las piedras lo es el cristal del río.
Tú no has hecho tu obra para hundirla en silencio,
en el silencio huyente de la gente afanosa;
para vivirla sólo, sin pararse a mirarla…
Por eso nos has puesto a un lado del camino
con el único oficio de gritar asombrados.
En nosotros descansa la prisa de los hombres.
Porque, si no existiéramos, ¿para qué tantas cosas
inútiles y bellas como Dios ha creado,
tantos ocasos rojos, y tanto árbol sin fruta,
y tanta flor, y tanto pájaro vagabundo?
Solamente nosotros sentimos tu regalo
y te lo agradecemos en éxtasis de gritos.
Tú sonríes, Señor, sintiéndote pagado
con nuestro aplastamiento de asombro y maravilla.
Esto que nos exalta sólo puede ser tuyo.
Sólo quien nos ha hecho puede así destruirnos
en brazos de una llama tan cruel y magnífica.
… Tú que cuidas los pájaros que dicen tu mensaje,
guarda en la muerte nuestros cansados corazones;
dales paz, esa paz que en vida les negaste,
bórrales el doliente pensamiento sin tregua.
Tú nos darás en Ti el Todo que buscamos;
nos darás a nosotros mismos, pues te tendremos
para nosotros solos, y no para cantarte.
somos los mensajeros de algo que no entendemos.
Nuestro cuerpo lo quema una llama celeste;
si miramos, es sólo para verterlo en voz.
No podemos coger ni la flor de un vallado
para que sea nuestra y nada más que nuestra,
ni tendernos tranquilos en medio de las cosas,
sin pensar, a gozarlas en su presencia sólo.
Nunca sabremos cómo son de verdad las tardes,
libre de nuestra angustia su desnuda belleza;
jamás conoceremos lo que es una mujer
en sus profundos bosques donde hay que entrar callado.
Tú no nos das el mundo para que lo gocemos,
Tú nos lo entregas para que lo hagamos palabra.
Y después que la tierra tiene voz por nosotros
nos quedamos sin ella, con sólo el alma grande…
Ya ves que por nosotros es sonora la vida,
igual que por las piedras lo es el cristal del río.
Tú no has hecho tu obra para hundirla en silencio,
en el silencio huyente de la gente afanosa;
para vivirla sólo, sin pararse a mirarla…
Por eso nos has puesto a un lado del camino
con el único oficio de gritar asombrados.
En nosotros descansa la prisa de los hombres.
Porque, si no existiéramos, ¿para qué tantas cosas
inútiles y bellas como Dios ha creado,
tantos ocasos rojos, y tanto árbol sin fruta,
y tanta flor, y tanto pájaro vagabundo?
Solamente nosotros sentimos tu regalo
y te lo agradecemos en éxtasis de gritos.
Tú sonríes, Señor, sintiéndote pagado
con nuestro aplastamiento de asombro y maravilla.
Esto que nos exalta sólo puede ser tuyo.
Sólo quien nos ha hecho puede así destruirnos
en brazos de una llama tan cruel y magnífica.
… Tú que cuidas los pájaros que dicen tu mensaje,
guarda en la muerte nuestros cansados corazones;
dales paz, esa paz que en vida les negaste,
bórrales el doliente pensamiento sin tregua.
Tú nos darás en Ti el Todo que buscamos;
nos darás a nosotros mismos, pues te tendremos
para nosotros solos, y no para cantarte.
(José Mª Valverde, Hombre de Dios, 1945)
Un gran vacío en el universo
Un gran vacío
en el universo
entre tú y yo.
Un vacío henchido
de antimateria
y sus positrones,
que crean
a nuestro alrededor
un ardiente
campo de atracción.
en el universo
entre tú y yo.
Un vacío henchido
de antimateria
y sus positrones,
que crean
a nuestro alrededor
un ardiente
campo de atracción.
martes, 28 de octubre de 2014
El círculo devastador de la rutina
Se cansó de esperar nuevas estrellas cada noche,
de sentir los gemidos que nacen desde muy adentro,
de abandonarse al estremecimiento y el anhelo,
de permitir que la pasión la arrebate y eleve,
de descubrir inexploradas veredas de perlas en la piel.
de abandonarse al estremecimiento y el anhelo,
de permitir que la pasión la arrebate y eleve,
de descubrir inexploradas veredas de perlas en la piel.
Quizá fuera el cansancio,
la ausencia de ternura
o la costumbre de la negativa.
El amor distante, herido.
la ausencia de ternura
o la costumbre de la negativa.
El amor distante, herido.
Un leve beso insensible de despedida
pronuncia el habitual hasta mañana,
y la vuelta distante hacia su lado frío en la cama
cierra de nuevo el círculo devastador de la rutina.
pronuncia el habitual hasta mañana,
y la vuelta distante hacia su lado frío en la cama
cierra de nuevo el círculo devastador de la rutina.
Me está volando el viento
Me está volando el viento
cometas de las mil piruetas.
cometas de las mil piruetas.
Aire que me alimenta
como la luz.
como la luz.
Que avanza cada vez
más alto, más alto.
más alto, más alto.
Más adentro.
Tras los visillos de la ternura
Tras los visillos de la ternura
se velan las figuras que se abrazan,
no hay distinción, ni desavenencia,
únicamente la dulzura de las manos
que se despojan de vendas y temores
para abrirse a la brisa crepuscular
y al sutil atrevimiento de la transparencia.
se velan las figuras que se abrazan,
no hay distinción, ni desavenencia,
únicamente la dulzura de las manos
que se despojan de vendas y temores
para abrirse a la brisa crepuscular
y al sutil atrevimiento de la transparencia.
Hoy recorren abrazados las orillas de su mar,
para buscar juntos el horizonte
en el que lo cotidiano sea la tierra fértil
donde se entrelace la sensatez y el juego,
la ternura y el sello de sus besos,
el trabajo por descifrar veredas y anhelos.
para buscar juntos el horizonte
en el que lo cotidiano sea la tierra fértil
donde se entrelace la sensatez y el juego,
la ternura y el sello de sus besos,
el trabajo por descifrar veredas y anhelos.
Cuando el cariño da alas a la pasión por la vida,
no hay lindes ni contornos,
no hay discriminación ni sexos,
no hay armarios ni desdenes ni desprecios.
Pues el Amor les une y bendice desde sus adentros,
sonríe confiado, decidido, burlesco,
hasta arrebatarles la mirada, el asombro y su desvelo.
no hay lindes ni contornos,
no hay discriminación ni sexos,
no hay armarios ni desdenes ni desprecios.
Pues el Amor les une y bendice desde sus adentros,
sonríe confiado, decidido, burlesco,
hasta arrebatarles la mirada, el asombro y su desvelo.
Una explosión fue el origen
Una explosión fue el origen
del vacío cósmico tan denso de plenitud,
de todo lo que he sido, de quien seré.
del vacío cósmico tan denso de plenitud,
de todo lo que he sido, de quien seré.
La tenue línea del horizonte:
abismo sin fondo, palabra,
verso definitivo, esencial.
abismo sin fondo, palabra,
verso definitivo, esencial.
Mi nombre pronunciado
por su boca sin forma conocida,
por sus labios sin contorno,
en un idioma ignoto
para el desamor.
por su boca sin forma conocida,
por sus labios sin contorno,
en un idioma ignoto
para el desamor.
La clara luz de tu sonrisa
La clara luz de tu sonrisa,
el tenue roce de la brisa,
el destello tras el botón de tu camisa,
la noche que nos sorprende, que no avisa,
la mano que se demora sin prisa.
el tenue roce de la brisa,
el destello tras el botón de tu camisa,
la noche que nos sorprende, que no avisa,
la mano que se demora sin prisa.
lunes, 15 de septiembre de 2014
La añoranza
La añoranza que resuena
sobre el eco de la brisa,
evoca el contorno, tu figura,
grabada en el hondo,
frondoso, vivificante
hueco del corazón.
sobre el eco de la brisa,
evoca el contorno, tu figura,
grabada en el hondo,
frondoso, vivificante
hueco del corazón.
No permanece lo etéreo
No permanece lo etéreo e irreal,
sino la densidad de la memoria,
la imagen impresa de la vivencia,
la presencia inasible, vívida,
como tus manos recorriéndome
desde la distancia y el recuerdo estremecido.
sino la densidad de la memoria,
la imagen impresa de la vivencia,
la presencia inasible, vívida,
como tus manos recorriéndome
desde la distancia y el recuerdo estremecido.
Mar de fondo
Cerró los ojos
y se quedó absorta,
embelesada en la profundidad
de su mar de fondo.
y se quedó absorta,
embelesada en la profundidad
de su mar de fondo.
Y se dejó acunar por la brisa,
hasta adormecerse con la resonancia
de las olas acariciando
la línea blanca y ardiente de su playa.
hasta adormecerse con la resonancia
de las olas acariciando
la línea blanca y ardiente de su playa.
sábado, 12 de julio de 2014
Mago de las sendas del asombro
Mago de las sendas del asombro,
haz volar dos palomas blancas
por el cielo de mis pupilas,
para que recobren el esplendor
de la íntima alegría.
haz volar dos palomas blancas
por el cielo de mis pupilas,
para que recobren el esplendor
de la íntima alegría.
No quedan ya promesas
No quedan ya promesas
en el inventario de mi anhelo.
Ni certezas que no se puedan obsequiar
en torno a la palabra ferviente y su velo.
en el inventario de mi anhelo.
Ni certezas que no se puedan obsequiar
en torno a la palabra ferviente y su velo.
El jardín de mis recuerdos
El jardín de mis recuerdos,
la tenue luz de mi infancia,
el rostro desvaído en el espejo,
la imprecisa visión desde mi ventana.
la tenue luz de mi infancia,
el rostro desvaído en el espejo,
la imprecisa visión desde mi ventana.
domingo, 1 de junio de 2014
A mi edad
A mi edad
me sigue seduciendo la belleza,
la sorpresa de cada perfil y la figura
que se cruza en mi senda temprana,
con la que se empapa la mirada y su delirio
desde el primer rocío del alba y su mañana.
la sorpresa de cada perfil y la figura
que se cruza en mi senda temprana,
con la que se empapa la mirada y su delirio
desde el primer rocío del alba y su mañana.
A mi edad
las anhelantes emociones se disfrazan
de interiores paladeos, calmos,
absorbentes, delicados,
que preanuncian, a veces,
un desenlace vibrante, inesperado.
las anhelantes emociones se disfrazan
de interiores paladeos, calmos,
absorbentes, delicados,
que preanuncian, a veces,
un desenlace vibrante, inesperado.
A mi edad
la realidad se impone en las heridas
que ahondan hasta el hueso,
las alteraciones de la primavera pausada,
la necesidad de aceptar el otoño
y la tenue gasa que vela mi vista cansada.
la realidad se impone en las heridas
que ahondan hasta el hueso,
las alteraciones de la primavera pausada,
la necesidad de aceptar el otoño
y la tenue gasa que vela mi vista cansada.
A mi edad
quedan tras los restos del sereno declive
de los años, la sonrisa de los días idos,
la dócil costumbre de la indignación,
el leve aleteo del silencio y su universo,
la insumisa presencia de la ternura y la pasión.
quedan tras los restos del sereno declive
de los años, la sonrisa de los días idos,
la dócil costumbre de la indignación,
el leve aleteo del silencio y su universo,
la insumisa presencia de la ternura y la pasión.
A mi edad
suelo acudir al rincón de la memoria
sin melancolías ni nostalgias,
por si algún parecido permanece latente
en la escala de mis cromosomas y mis genes
de aquel que fui, oculto tras el espejo transparente.
suelo acudir al rincón de la memoria
sin melancolías ni nostalgias,
por si algún parecido permanece latente
en la escala de mis cromosomas y mis genes
de aquel que fui, oculto tras el espejo transparente.
Canto de despedida, nueva singladura y vuelo
Para Abraham, con inmenso cariño,
al entrar en una nueva etapa de su vida.
al entrar en una nueva etapa de su vida.
CANTO DE DESPEDIDA,
NUEVA SINGLADURA Y VUELO
NUEVA SINGLADURA Y VUELO
Se agolpan los recuerdos,
como las camisetas y los pantalones
en la bolsa que depositarás sobre el estante
de tu nuevo hogar, entre tus anhelos y pasiones.
como las camisetas y los pantalones
en la bolsa que depositarás sobre el estante
de tu nuevo hogar, entre tus anhelos y pasiones.
Se agolpan los recuerdos,
y risas y juegos y nocturnos amigos,
y tantas amargas lágrimas derramadas
en tus primeros años sin hambre ni abrigo.
y risas y juegos y nocturnos amigos,
y tantas amargas lágrimas derramadas
en tus primeros años sin hambre ni abrigo.
Se agolpan los recuerdos,
las fotos en color con calcetines subidos
y sonrisa radiante, junto al mar,
o desde tantos paisajes de hermosura heridos.
las fotos en color con calcetines subidos
y sonrisa radiante, junto al mar,
o desde tantos paisajes de hermosura heridos.
Se agolpan los recuerdos,
la caricia, el mimo hacia tu hermana,
la música, la angustia por los desprecios,
una forma de ser marcada a fuego en el alma.
la caricia, el mimo hacia tu hermana,
la música, la angustia por los desprecios,
una forma de ser marcada a fuego en el alma.
Se agolpan los recuerdos
y las calles, las manifestaciones, la fe,
la melena, nuevos amigos, la incertidumbre,
las disculpas, el miedo, hasta ponerte de nuevo en pie.
y las calles, las manifestaciones, la fe,
la melena, nuevos amigos, la incertidumbre,
las disculpas, el miedo, hasta ponerte de nuevo en pie.
Se agolpan los recuerdos
ahora que partes ligero de equipaje…
Que no se estanque nunca el caudal de tus sentimientos,
solo déjate llevar por la estela del amor y su oleaje.
ahora que partes ligero de equipaje…
Que no se estanque nunca el caudal de tus sentimientos,
solo déjate llevar por la estela del amor y su oleaje.
Se agolpan los recuerdos
y aunque ya inicias el definitivo vuelo, la marcha
hacia un inédito puerto, adentrándote libre en la mar,
sabes que siempre podrás recalar en nuestro corazón y su desvelo.
y aunque ya inicias el definitivo vuelo, la marcha
hacia un inédito puerto, adentrándote libre en la mar,
sabes que siempre podrás recalar en nuestro corazón y su desvelo.
El barquero de espuma
Algún día el barquero de espuma
me guiará hacia la orilla luminosa
del abismo y su vértigo.
me guiará hacia la orilla luminosa
del abismo y su vértigo.
El muerto (José Hierro)
Aquel que ha sentido una vez en sus manos temblar la alegría
no podrá morir nunca.
Yo lo veo muy claro en mi noche completa.
Me costó muchos siglos de muerte poder comprenderlo,
muchos siglos de olvido y de sombra constante,
muchos siglos de darle mi cuerpo extinguido
a la yerba que encima de mí balancea su fresca verdura.
Ahora el aire, allá arriba, más alto que el suelo quepisan los vivos
será azul. Temblará estremecido, rompiéndose,
desgarrado su vidrio oloroso por claras campanas,
por el curvo volar de gorriones,
por las flores doradas y blancas de esencias frutales.
(Yo una vez hice un ramo con ellas.
Puede ser que después arrojara las flores al agua,
puede ser que le diera las flores a un niño pequeño,
que llenara de flores alguna cabeza que ya no recuerdo,
que a mi madre llevara las flores;
yo querría poner primavera en sus manos.)
Me costó muchos siglos de muerte poder comprenderlo,
muchos siglos de olvido y de sombra constante,
muchos siglos de darle mi cuerpo extinguido
a la yerba que encima de mí balancea su fresca verdura.
Ahora el aire, allá arriba, más alto que el suelo quepisan los vivos
será azul. Temblará estremecido, rompiéndose,
desgarrado su vidrio oloroso por claras campanas,
por el curvo volar de gorriones,
por las flores doradas y blancas de esencias frutales.
(Yo una vez hice un ramo con ellas.
Puede ser que después arrojara las flores al agua,
puede ser que le diera las flores a un niño pequeño,
que llenara de flores alguna cabeza que ya no recuerdo,
que a mi madre llevara las flores;
yo querría poner primavera en sus manos.)
¡Será ya primavera allá arriba!
Pero yo que he sentido una vez en mis manos temblar la alegría
no podré morir nunca.
Pero yo que he tocado una vez las agudas agujas del pino
no podré morir nunca.
Morirán los que nunca jamás sorprendieron
aquel vago pasar de la loca alegría.
Pero yo que he tenido su tibia hermosura en mis manos
no podré morir nunca.
Pero yo que he sentido una vez en mis manos temblar la alegría
no podré morir nunca.
Pero yo que he tocado una vez las agudas agujas del pino
no podré morir nunca.
Morirán los que nunca jamás sorprendieron
aquel vago pasar de la loca alegría.
Pero yo que he tenido su tibia hermosura en mis manos
no podré morir nunca.
Aunque muera mi cuerpo, y no quede memoria de mí.
Hay días
Hay días
en que la tarde
se viste de gris
y la sonrisa palidece
tras la hojas hechizadas
por un viento inclemente.
en que la tarde
se viste de gris
y la sonrisa palidece
tras la hojas hechizadas
por un viento inclemente.
Se desvanecía
Se desvanecía
ante la luz y nuestro ardor.
Adelantábamos así
el despunte del alba,
como una ofrenda.
ante la luz y nuestro ardor.
Adelantábamos así
el despunte del alba,
como una ofrenda.
Sazón
Ya está todo en sazón. Me siento hecha,
me conozco mujer y clavo al suelo
profunda la raíz, y tiendo en vuelo
la rama, cierta en ti, de su cosecha.
profunda la raíz, y tiendo en vuelo
la rama, cierta en ti, de su cosecha.
¡Cómo crece la rama y qué derecha!
Todo es hoy en mi tronco un solo anhelo
de vivir y vivir: tender al cielo,
erguida en vertical, como la flecha
Todo es hoy en mi tronco un solo anhelo
de vivir y vivir: tender al cielo,
erguida en vertical, como la flecha
que se lanza a la nube. Tan erguida
que tu voz se ha aprendido la destreza
de abrirla sonriente y florecida.
que tu voz se ha aprendido la destreza
de abrirla sonriente y florecida.
Me remueve tu voz. Por ella siento
que la rama combada se endereza
y el fruto de mi voz se crece al viento.`
que la rama combada se endereza
y el fruto de mi voz se crece al viento.`
(María Victoria Atencia)
Ven, salgamos a la noche
Ven. Salgamos a la noche.
Para que las estrellas
rielen en tu pupila
y la oscuridad
me permita palpar
las primicias
de tu revelación.
Para que las estrellas
rielen en tu pupila
y la oscuridad
me permita palpar
las primicias
de tu revelación.
Quién sabrá descifrar
Quién sabrá descifrar
la sombra de mis días,
la búsqueda solitaria, incesante.
O escuchar las palabras que brotan
de mi íntimo silencio.
la sombra de mis días,
la búsqueda solitaria, incesante.
O escuchar las palabras que brotan
de mi íntimo silencio.
lunes, 14 de abril de 2014
Vislumbre
Sentado en un duro banco
del andén de la vida.
El tren llega,
abre sus puertas
y vomita decenas de pasajeros.
Un vislumbre –su mirada–
tras el cristal inasequible
de un vagón en marcha.
del andén de la vida.
El tren llega,
abre sus puertas
y vomita decenas de pasajeros.
Un vislumbre –su mirada–
tras el cristal inasequible
de un vagón en marcha.
EL DURO CAMINO
Camina, no temas a la noche,
debes llegar, no desfallezcas.
que no te importe el frío,
ni la falta de luz, ni la ceguera.
Si tropiezas, ¡levanta!
Continúa marchando,
aunque el miedo te muerda
y el camino te haga
querer volver atrás,
persiste,
la dureza del tramo te da fuerza,
No te detengas, sigue adelante
Ya llegas al final.
Lo vas a conseguir.
Ahí mismo está la meta.
que no te importe el frío,
ni la falta de luz, ni la ceguera.
Si tropiezas, ¡levanta!
Continúa marchando,
aunque el miedo te muerda
y el camino te haga
querer volver atrás,
persiste,
la dureza del tramo te da fuerza,
No te detengas, sigue adelante
Ya llegas al final.
Lo vas a conseguir.
Ahí mismo está la meta.
(Lola S. Platón)
jueves, 10 de abril de 2014
Noche de laberínticos vuelos de murciélagos
Mi amigo Quintín García, gran poeta con muchos premios a su espalda, ha ganado el primer premio de Peñaranda de Bracamonte, aquí os lo dejo, que lo disfrutéis.
noche
de laberínticos
vuelos
de murciélagos
OCTAVIO
PAZ
XX
PREMIO NACIONAL DE POESÍA.
Peñaranda
de Bracamonte
noche
de laberínticos
vuelos
de murciélagos
Entre mis ruinas me levanto,
solo, desnudo, despojado,
sobre la roca inmensa del silencio,
como un solitario combatiente
contra invisibles huestes.
La poesía
OCTAVIO
PAZ
1
¿De dónde cuelgo yo mis ojos vulnerados, estas
casas vacías
que
me habitan, el frío invierno de mis
huesos y silencios? ¿De dónde
la
herida soledumbre de mis noches siguiendo y siguiendo, una
hora
tras otra, este laberíntico vuelo de murciélagos, el sordo
reptar
de las serpientes? ¿Acaso de estos brazos ya muñones y baldíos?
¿Del
quicio de mi puerta removido por tantas tormentas y derrotas?
¿O
de las diademas y tiaras que adornan las cabezas de los dioses al uso?
2
Colgaré
-me dije- esta historia mía de hombre, desolada, de los hombros
patronales
de tronos, dominaciones y potestades ( la Bestia, la Gran
Ballena
Blanca, las Torres de Babel –torres KIO, torres Petronas, torres
Gemelas
redivivas-, la Gloria de Bernini hipostasiada, el Mercado, las Patrias
que
me susurran paraísos a la carta: nuestros
vigías salvarán tu nave.
O
de la bífida lengua de la serpiente, siempre enhiesta y en ascuas,
siempre
viva, que me ofrece en sus escaparates flambeados refulgentes
frutas
prohibidas, adagios de violines de marfil, mientras subo la senda.
Quizás te convenga colgarla –insistí- de los dulces
augures (diosecillos
virtuales,
el Gran Hermano catódico e icónico, la Wikipedia…), tan solícitos,
que
te gritan desde el ágora: siempre que llueve escampa y ya verás
cómo
mañana sale el sol.
3
Pero
siguió lloviendo tanto,
tanto, que cuando por fin escampaba
estaba ya calado hasta los huesos, a
puntito de ahogarme, la cara
entumecida, amarga de cenizas la lengua
y los andares, derrotado
(Laoconte dolido de serpientes). Y
además había siempre alguien
que robaba el sol por muchos días y
soltaba de la madriguera
del
Averno a los cuatro jinetes –rojo, negro, verdeamarillo y blanco-
de
El Apocalipsis aprovechando sin duda
la complicidad obscena
y
bastarda de la noche: mi boca solo acertaba a imitar, torpe,
en
sorda bocina, el grito de El Grito de
Munch: la ceguera
y
el frío se me hicieron persistentes.
(En
fin, tampoco allí había percha
donde
asir mis soledades y cobijar estos ojos heridos de zozobras,
menesterosos
de luz y paraísos: Creció mi sed)
4
Así que prescindí de los dulces augures, tan
solícitos, y de los cantos
de
sirena del Becerro de Oro y de los buitres –el Ángel Exterminador,
el
filicida dios Cronos y sus devastaciones, la Gran Crisis deicida, Wall
Street-
que día y noche me asaltaban con sus altavoces desde los altos,
turbadores
cascabeles de La Farsa. Ya puestos me atreví incluso
a
prescindir de mis castillos en el aire, tan carne de mi carne
aunque
sin carne y huesos, fantasmas áureos que me han acompañado
desde
la larga orilla de la infancia. Me quedé desnudo.
(Alguien
me
había borrado, inmisericorde, del número
de
los 144.000 salvados, escritos en el Libro)
5
Hasta
de mis lamentaciones prescindí, a veces tan convincentes.
Y
una vez purificado del exangüe fulgor de los líquenes
adheridos
a mis pies, me puse, como Sísifo, a subir por mi cuenta la piedra
acodada
a los ijares. Me puse a aprender que nunca se hace cumbre
sino
con la muerte; que detrás de una cima viene otra, y otra, y otra; que
la
piedra se cae; que la vida es sólo tener las manos llenas de tejer
día
a día la choza de espadañas, la choza, ay, donde guarecernos
de
la lluvia, la que hemos de dejar en herencia a los vientos
y
a los hijos.
Aprender
que
sólo nos corresponde un trocito de sol. Y de tierra –la justa
para
asentar los pies-. Y de fuego.
Y saber que es
bastante. Por lo menos
hasta
la partida final contra la muerte. (Solo nos examinarán
del
dolor de las manos)
6
Desde
entonces he perdido esa obsesión por
encontrar perchas ajenas
donde
colgar mi ropa y mi condena. O quizás me
he acostumbrado
a
que sólo es posible esperanzarse en la sola andadura de mis pies. ¡Miento!:
hay
calor y luz en las manos tendidas de cuantos menesterosos
arroja
La Bestia contra los acantilados. Y de los ciegos y mudos
a
los que el miedo arrancó los ojos y la boca y claman señales
para
ascender la senda. Con ellos subiré la piedra. Y tejeré
la
choza de espadañas. Con ellos beberé del fuego y de la miel
que
logremos robar a los salteadores. De ellos seré testigo, enmudecido
centinela
en esta larga noche de huerto de los olivos, antihéroe
melancólico
alimentado de las brumas inocentes de la Arcadia
o
del núbil asteroide de El Principito.
7
De
ahora en adelante me pasaré las noches vigilando la oculta
andadura
del sol, tan lenta, tan oscura, por esos mundos ignotos
que
le ocultan hasta su exacta cita con el alba. No vaya a ser
que
algún día alguien vuelva a robar el sol –tronos, dominaciones,
el
Hongo nuclear, los Agujeros Negros, el Lehman Brothers-
y
no haya luz con que lavarme y renacer, prístino, al flujo
verdadero
de las cosas.
Ni fuego en los abrazos de los náufragos
con
que consolar esta carne dolida y fría, esta historia de hombre
tan
crecida de soledumbres y de laberínticos
vuelos
de murciélago.
Quintín García
martes, 8 de abril de 2014
La espuma y sus olas
No existe puerto de llegada
cuando el embarque
es en la nave del olvido,
desde cubierta
solo se divisa el horizonte,
son la espuma y sus olas
la estela y el camino.
cuando el embarque
es en la nave del olvido,
desde cubierta
solo se divisa el horizonte,
son la espuma y sus olas
la estela y el camino.
La brújula de la íntima velada
señala únicamente las heridas,
las marcas dolientes
por lo que se ha perdido,
pero oculto en la interior bodega,
un sinsonte canta y anhela alcanzar
la bahía del amor, su último destino.
señala únicamente las heridas,
las marcas dolientes
por lo que se ha perdido,
pero oculto en la interior bodega,
un sinsonte canta y anhela alcanzar
la bahía del amor, su último destino.
Un antes y un después
Hubo un antes y un después
en mi existencia.
en mi existencia.
Allí, en el valle del silencio,
aprendí a escuchar el viento,
a sortear los hielos tenaces,
a vislumbrar mínimos resquicios
e intuir sutiles claridades.
aprendí a escuchar el viento,
a sortear los hielos tenaces,
a vislumbrar mínimos resquicios
e intuir sutiles claridades.
Pero durante ese decisivo intervalo,
la linfa, el aliento, el sollozo
en mi nicho de larva
se transformó, al fin, en ninfa,
presagio de alas de mariposa.
la linfa, el aliento, el sollozo
en mi nicho de larva
se transformó, al fin, en ninfa,
presagio de alas de mariposa.
Aún resuena el eco que marcó
un antes y un después en mi vida.
un antes y un después en mi vida.
Todo fue
al filo de mis veinte años.
al filo de mis veinte años.
Me cautiva
Me cautiva el lento desvanecimiento
de la luz tras el crepúsculo encendido,
de la luz tras el crepúsculo encendido,
la leve penumbra de la incertidumbre,
la magnética caricia creciente,
la magnética caricia creciente,
el callado misterio de mi claustro interior,
la serena certidumbre de tu mano,
la serena certidumbre de tu mano,
la presencia que en mí respira
y pervive pese a la sangre y la fragilidad.
y pervive pese a la sangre y la fragilidad.
Pero en este breve instante, nada
hay que me atraiga y seduzca más
hay que me atraiga y seduzca más
que la dócil y embriagadora
fascinación por la palabra.
fascinación por la palabra.
Herido de estupor y de ternura
No. No es por ausencia de sensibilidad,
ni por no aguzar el oído
hacia el cruel lamento en el océano turbulento
de la ignominia.
ni por no aguzar el oído
hacia el cruel lamento en el océano turbulento
de la ignominia.
Ni siquiera por evitar que me zahieran
las imágenes virtuales, distantes,
tras las pantallas alucinógenas,
aislando asépticamente la lágrima y el hedor.
las imágenes virtuales, distantes,
tras las pantallas alucinógenas,
aislando asépticamente la lágrima y el hedor.
Sencillamente es que esta noche desapacible
he preferido abrigarme entre tus brazos,
para defenderme de la necrosis
de un mundo tan lastimado, vulnerable.
he preferido abrigarme entre tus brazos,
para defenderme de la necrosis
de un mundo tan lastimado, vulnerable.
Asomándome deslumbrado ante la eclosión
de la rosa que asoma frágil en tu mismo centro,
hasta quedar sangrando de rocío,
herido de estupor y de ternura.
de la rosa que asoma frágil en tu mismo centro,
hasta quedar sangrando de rocío,
herido de estupor y de ternura.
Nosotros
Una vez
y por breve tiempo
hace mucho tiempo
tu y yo
fuimos de pronto hasta muy adentro
Nosotros.
y por breve tiempo
hace mucho tiempo
tu y yo
fuimos de pronto hasta muy adentro
Nosotros.
(José Emilio Pacheco)
Madrid destila sangre
En profunda solidaridad con las víctimas del 11-M
MADRID DESTILA SANGRE
La sangre corre a raudales por Atocha,
el Pozo obrero huele a sangre,
Madrid, por todas sus calles,
destila sangre.
el Pozo obrero huele a sangre,
Madrid, por todas sus calles,
destila sangre.
El odio planea y pudre
el aire de la capital,
de toda España,
el odio de los que han sembrado
tanto dolor y muerte
en esta mañana siniestra.
el aire de la capital,
de toda España,
el odio de los que han sembrado
tanto dolor y muerte
en esta mañana siniestra.
De Madrid al cielo
han decidido enviar los asesinos,
como en una maldita broma macabra,
a centenares de ciudadanos:
trabajadores,
estudiantes,
inmigrantes,
mujeres embarazadas,
niños pisoteados...
desde los hierros humeantes
de unos vagones-infierno.
han decidido enviar los asesinos,
como en una maldita broma macabra,
a centenares de ciudadanos:
trabajadores,
estudiantes,
inmigrantes,
mujeres embarazadas,
niños pisoteados...
desde los hierros humeantes
de unos vagones-infierno.
Maldita sea vuestra ideología,
malditas vuestras mochilas
cargadas de violencia y desgarros,
malditas vuestras manos
y vuestros guardianes,
vuestro dios asesino,
vuestra religión criminal,
ayer, hoy y siempre, malditos...
malditas vuestras mochilas
cargadas de violencia y desgarros,
malditas vuestras manos
y vuestros guardianes,
vuestro dios asesino,
vuestra religión criminal,
ayer, hoy y siempre, malditos...
¡Basta ya de tanta muerte injusta!
Una nueva realidad
ha nacido esta mañana,
ya nada será igual,
os hemos barrido con las escobas
del desprecio.
ha nacido esta mañana,
ya nada será igual,
os hemos barrido con las escobas
del desprecio.
Sois escoria al igual
que todos los que os acompañan,
y, como tal, desapareceréis,
sin dejar ni rastro en la historia.
que todos los que os acompañan,
y, como tal, desapareceréis,
sin dejar ni rastro en la historia.
Adiós, para siempre,
asesinos de vidas, ya sin futuro,
centinelas de tinieblas,
criminales de la luz
y la felicidad.
asesinos de vidas, ya sin futuro,
centinelas de tinieblas,
criminales de la luz
y la felicidad.
Pero aún nos queda
un gramo de esperanza.
un gramo de esperanza.
Y a esa, nunca la alcanzará
vuestra dinamita,
ni vuestro odio mortal.
vuestra dinamita,
ni vuestro odio mortal.
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