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jueves, 22 de agosto de 2013

He renunciado a embarcarme hacia alta mar

He renunciado a embarcarme hacia alta mar. 
Prefiero la tierra firme y las trémulas olas 
del inesperado destello de la alegría,
o la sosegada armonía de la belleza.

En las entrañas del suicidio

En las entrañas del suicidio y de tanta desventura,
van creciendo miles de audaces enredaderas,
incrustándose, resquebrajando la piedra,
deshaciendo los cimientos, reinventando la primavera.

Oculto tras el eclipse del silencio

Oculto tras el eclipse del silencio,
inmerso en el reino de la incertidumbre,
angustiado bajo el torrente de la sangre,
ansío y suspiro por cada nuevo amanecer.

Me concibieron en las sombras

Me concibieron en las sombras.
Provengo de un tibio abrazo.
Hoy no siento temor a la oscuridad.
La cálida caricia es mi anhelo cotidiano.

La vida es eterna

La vida es eterna
en el instante preciso
que el fulgor o el desconsuelo
te conmueve o arrasa. 

La luna, para elevar la mirada

La luna, para elevar la mirada
sobre la copa de los pinos,
el camino, para desandar la prisa,
las sombras, para ocultar las lágrimas.

Un día luminoso

Un día luminoso descubrí
la senda del corazón
hacia la tierra viva, acogedora,
y su noche, su silencio sobrecogedor.

Quédate

Quédate… por si las sombras se alargan.

Para que las lágrimas no se derramen sobre tu ausencia,
para que no se apaguen las brasas del deseo,
para desentrañar juntos lenguajes ignotos,
para dejarme cautivar por tu hechizo,

para poblar de imágenes mis sueños,
para que mi corazón se acompase al tuyo,
para exponernos a la brisa de la intemperie,
para desterrar las palabras vacías,

para diluir la tristeza entre las nubes del olvido,
para afrontar la luna de mis noches y la penumbra de mis días,
para renacer a la ternura desde las entrañas del tiempo,
para desterrar la umbría del miedo,

para tenderme sobre la playa de tu cuerpo,
para reflejarme tal como soy en el espejo de tu pupila,
para fundir los hielos del desamor,
para palpar juntos la fragilidad de la vida,

para descifrar el don de la emoción,
para conducir mis labios hasta el sabor del beso,
para gozar de tu presencia inasible,
para emprender las sendas del asombro,

para que me guíes por el camino de regreso,
para no retener la claridad de tu mirada,
para que mi soledad sea compartida,
para que me escuches con atención conmovida,

para dar luz a mis callejones oscuros,
para que nuestro instante sea eterno,
para que mi esperanza no se transforme
en polvo y ceniza.

Donde el corazón me arrebate

La esencia de la realidad
converge en la curvatura
de la inefable belleza.

Mi verdadera morada,
mi camino,
mi nebulosa certeza,
mi último destino.

Cualquier lugar
donde el corazón
me arrebate.

Aprendiz de la vida

Tenaz aprendiz de las fases de la vida, 
diáfano como un destello de luz
o la ingenua delicadeza de una sonrisa.

El firmamento y su gélido ardor
como una invitación a la sencillez:
una gota de rocío lamiendo un brote de hierba
recién amanecido.

Un albor tan espléndido, tan frágil,
solo es viable y grávido
desde la trémula confianza
en unas manos amantes
y su fugaz instante eterno.