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sábado, 21 de julio de 2012

Estrella de futuro

Es muy hermoso contemplar
cómo nace diariamente una estrella
en tus ojos, para iluminar el futuro,
ofreciéndote fuerza y calor.
No permitas que escape
ese aliento vital, tan propio,
que invita sutilmente
a sumergirte en tu interior,
hasta alcanzar la paz.
¿Quién podrá detener
con su sombra lo inevitable?
¿Quién se atreverá a impedir
que habitemos el país de la ternura?
¿Quién maquinará ahogar en sangre
la imposible muerte del amanecer?
Es duro mantener la esperanza,
y más aún,
trabajar por conquistarla...
pero vamos a conseguirlo
con el esfuerzo cotidiano,
siendo tenaces, libres, confiados,
sencillos, alegres, rebeldes.
Mañana, hoy, será mejor.
Vamos a marcar el sendero
con besos y miradas
transparentes como lágrimas,
con abrazos sinceros y cómplices,
con silencios para pensar,
callar y acompañar.
Vamos a parir con enorme felicidad
un mundo nuevo,
una vida más gozosa.
Siempre valdrá la pena el esfuerzo
aunque no lleguemos a ver su fruto,
pero permaneciendo juntos 
hasta el final.

Momentos

Cada momento que vives es una llamada
a experimentarlo y hacerlo carne propia,
a metabolizarlo, a recibir su enseñanza,
su tarjeta de visita.
A veces aparece con un rostro triste,
doloroso, pertinaz.
Y cuesta comprender el mensaje.
Hay que leerlo diseccionándolo.
A veces llega radiante,
con la sonrisa franca y los brazos abiertos.
Entonces hay que gozar a tope,
sin miramientos.
Y, a veces, viene sereno,
suave, tenue, delicado.
Como una brisa.
Como la dulce costumbre de cada día.
Entonces hay que dejarse invadir,
contemplarlo, callar,
dejarse también llevar
manejando, no obstante,
tú misma el timón.
Son todos y cada uno
de los momentos de la vida
los que te invitan a gozar,
a ser sencillamente mujer.

Labordeta

Como una leve hoja verde colmada de savia,
Como el gorrión que entona en su rama su trino,
Como un hombre tímido, comprometido y libre, sin más.
Así tu vida, así tu testamento de luz,
Tu agenda repleta de nombres y amigos.
No hay lágrimas en tu despedida,
Sólo canciones, recuerdos puros,
Agradecimientos, el homenaje emocionado
De una tierra y miles de ciudadanos
En pie, como árboles, mirando desde tus ojos
Y tu voz la realidad, el horizonte, su futuro.
Hoy nos atrevemos a cantar a un hombre sincero,
Que se atrevió a llamar
A su palabra, libertad,
A la injusticia, opresión,
A la utopía, lucha diaria.
Y enviar a la mierda a quienes se ríen
De una vida entregada gratuitamente
Como servicio por los demás.
Nadie volverá a entonar como tú,
Con ese mismo acento,
Con esa inmensa vitalidad,
Con ese desafío permanente,
Con esa muestra de ternura e ironía.
Se han quedado grabados
En nuestros corazones
El humor, la sencillez,
La emoción, tu vida.
La sangre y la esperanza.
La realidad y el horizonte cotidiano.
Y el rumor del amor más verdadero,
Vigilante siempre en nuestros labios,
En nuestro corazón.

Lento como el tiempo

Lento como el tiempo,
firme como la roca
o impetuoso como el viento,
en largas noches de sosiego
y ardientes uniones
de cuerpos y esperanzas.
La cercanía y la posesión destructora,
la palabra y las manos compartidas,
la brisa plateada en la tierna caricia
del recuerdo convertido en presencia.
Nuestras vidas, que se transforman
en sangre, cariño y pasión
son como una promesa, quizá
-con la fuerza del amor-
una certeza…

Rocas hirientes

Hoy me he acercado a la orilla de nuestro río:
cómo podré cruzar sus aguas tumultuosas,
cómo enfrentarme a su alado curso, frío,
a sus rocas hirientes, resbaladizas, furiosas.

Por dónde vadear la noche y su intenso clamor,
hacia dónde caminar por la espesura de sus riberas,
sin perderme por las sendas abruptas del desamor,
por la umbría de los confines de la primavera.

Quién me rociará con su aprecio y consuelo
ante esta insistente, recia pesadumbre,
estas dudas, espesas nubes que sepultan anhelos.

A quién confiaré la clave de mi intimidad,
para que reavive la pasión, su ardiente lumbre,
las vulnerables y hondas sendas de la sensibilidad.