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miércoles, 24 de octubre de 2012

Mujer plural (Pablo Guerrero)

Pinta caracolas y puertas por donde entra
luz de amanecida.

Ella busca dibujar en el seno del agua.

Sabe interpretar un canto de palomas
cuando da su beso a nuestra tristeza.

Ella conoce el tacto
de la madera, la voz ronca
de oboes junto al mar.

Ella enciende lámparas al calor del aceite,
trenza las palabras,
y dicta los poemas de las grutas del aire.

Tiene un río de ternura el ara de su vientre,
su presencia madura la fruta.

Ella es guardiana del fuego.

Dentro de sí esconde un diamante negro
y acoge semillas de raíces hondas.

Conoce el origen de los manantiales
donde se amanece en cada mirada.

El secreto de la vida,
el encuentro de la sed con el agua
le deben cobijo.

Su nombre asemeja cuentas de granadas.

Acuna el gemido de un mundo que llora.

Es la llave oculta de la luz de tierra.

Cuando te encontré

De pronto, la luz.
Un relámpago, la claridad
absoluta de una certeza.

Todo cambió y de los ojos cayeron
las escamas borrosas de la duda.
De repente, la paz.
El camino incierto
adquirió sentido y equilibrio.

En un instante, la mirada.
Contemplé la serenidad
en unos ojos ansiosos,
y unos labios engañosos
afianzaron el futuro.

Se difuminó, sin más, el miedo,
los celos, las sombras de la noche,
la lluvia tan triste
calando en el corazón.

Epifanía, asombro,
mágica transparencia
en mi frente y en mis manos,
la libertad como una antorcha,
la lucha, la esperanza, la estrella
y su horizonte en la historia.
En el primer día de nuestra creación
aparecieron nuevas estrellas,
el sol y la luna
se abrazaron apasionadamente,
el ángel del mal perdió sus alas
y unos pasos sigilosos se adentraron
por las grietas abiertas
de nuestro primer beso.

Cuando te encontré
nada existía,
las tinieblas vagaban insomnes
y la búsqueda era como un grito
sordo, infranqueable.

Cuando te encontré
la luz se hizo clara como el día,
la noche dio su último respiro,
y, al fin, sentí el infinito alivio,
la ternura aleteando
por las aguas iniciales
del amor, volcán eterno cuya lava
nunca ha dejado de derramarse
arrasando de pasión, vivificando
mi espíritu, mi cuerpo exánime.

Fuente de vida

Sus vetas subterráneas
horadan la tierra.

Ríos silenciosos,
como topos invisibles,
recorren cual venas interiores
el subsuelo de mis pies.

 

Níveas cumbres
derraman gota a gota
sus nieves invernales
para sonreír en primavera
y derramarse en el estío.

 

Nacimientos imperceptibles,
nervios y corrientes,
arroyos que crecen
hasta formar ríos de vida.

 

Llega en conducciones
humanas al caño que ofrece
brío y sonoridad,
frescura y descanso,
música y cadencia,
saciedad de fuente.

 

Origen y final,
quizá de nuevo principio,
recreando la vida en mis venas,
rociando gozosamente la tierra,
volviendo como incienso, humo,
vapor para alimentar nubes,
para volver a derramarse
apasionadamente,
penetrando de nuevo la tierra.

 

Fuente de vida
en el camino de la existencia,
remites al bondadoso creador,
al cuidadoso y amoroso origen.

Revista Oleaje

Esta es la página de la Revista Oleaje, donde encontraréis los poemas que hemos preparado los distintos miembros de mi Tertulia poética, entre los cuales hay tres míos. Espero que os gusten.

http://www.madrid.es/UnidadesDescentralizadas/Bibliotecas/Subtema%20BPM/Publicaciones/Oleaje/num1/Oleaje5_2012.pdf

El camino

Se puede caminar solo,
regular los pasos
asombrándome,
deleitándome bajo al sol.

Y se puede caminar en compañía,
entre palabras vibrantes,
silencios compartidos,
manos que aguardan
para brindarte ayuda.

Sin duda es mejor,
mucho mejor,
caminar por el sendero
arbolado de la amistad.

Caminante

Constancia y polvo,
piedras y horizonte.

Caminante en el camino,
tortuoso a veces,
duro como la roca,
gozoso y sencillo,
como la vida.

El horizonte llega
paso a paso,
hasta el de hoy,
que convoca al siguiente.

La sabiduría del instante.

El momento asumido
como principio,
alzando la suela del pasado,
emprendiendo con valor
el movimiento que conlleva
la incertidumbre.

Caminante,
ese camino lo construyes
con el esfuerzo
de cada pisada,
ante el hermoso paisaje
que te envuelve,
contemplando en silencio
lo que te deslumbra,
lo que te espera
enfrente, alrededor,
muy dentro de ti.
¡Qué mejor oficio que el de ser
hombresobre la tierra! (Máximo Gorki)

¡Qué mejor oficio que ser
para llegar a ser!

Sin ser uno mismo,
sin buscar infatigablemente
la felicidad y la libertad,
la dulzura junto a quien nos acompaña,
las aguas dejan de fluir,
las ascuas se apagan sin remedio.

Seamos, pues.
Para alumbrarnos,
para deslumbrarnos,
para crear claridades.

Derramarme

Una y otra vez vuelvo a entrar
con suavidad en el mar,
para asomarme con asombro,

empaparme en el agua clara y templada

y tenderme rodeado
de millones de granos de arena
que brillan al sol,
sobre la playa de la vida.

viernes, 14 de septiembre de 2012


AgradecimientoSólo el ciego valora la luz
(Alejandro Fernández Barrajón)


Únicamente quien llega sediento
estima sinceramente el vaso de agua fresca.

Únicamente quien se ha quedado desnudo
agradece el vestido que le ofrecen.

Únicamente quien ha sufrido en las duras cunetas de la vida,
valora el gesto de cercanía y la mano que se le tiende.

Únicamente quien camina a tientas en la oscuridad,
queda deslumbrado ante la luz de la amistad.

Únicamente quien ha pasado hambre de verdad,
besa el pan y la solidaridad con que se le ofrece.

Los satisfechos, en cambio,
no estiman,
ni agradecen,
ni valoran,
ni se dejan deslumbrar,
ni besan,
ni sueñan,
ni esperan…

Tienen bastante con asegurar
el hoy y el mañana,
tan incierto.

Porque ninguno de ellos puede comprar
un amanecer,
la luz, el cuerpo,
la caricia, la rosa,
el viento, el mar,
la mirada, una sonrisa,
el amor.

Y, aunque pudieran,
jamás podrán gozar,
perdiendo el oro de su tiempo,
contemplando tanta belleza…

Renovada sonrisa

Hoy ha vuelto a mí
el pasado en forma de recuerdo.

Hoy se ha abierto en mí
la certeza de un presente
iluminado por un rayo,
una presencia,
hilos de luz resplandeciendo
entre tus dientes.

Hoy, de pronto,
vislumbré una brecha
en el firmamento,
en la noche estrellada,
en la luna que,
como en un río de plata,
riela en tu dulcísima sonrisa.

El beso

En su universo
no existía el tiempo.

Se habitaban ensimismados
más allá de las voces y el desconsuelo,
la noche cubierta de cenizas,
la superficialidad, los anhelos,
en un mundo que se desvanece hecho trizas.

En torno a ellos
tan solo el silencio asombrado
contemplándolos, y los caricias
de unas manos que susurran
un lenguaje ignoto, delicado.

Como los primeros habitantes,
dando forma y nombres a su mundo,
se abisman en las cavidades húmedas
de la tierra, para devolver la brisa
a las rosas marchitas, distantes.

Tenaces, en la cresta del fuego y sus llamas,
renacen en la búsqueda de los rincones
más recónditos sin miedos ni prejuicios,
abandonados, confiados al abrazo
encendido del sueño y sus mansiones.

A oscuras, las miradas se encuentran
en la pasión del encuentro,
y todo adquiere una claridad inusitada,
el asombro de exploradores descubriendo
la ternura como la más íntima morada.

Qué hay más auténtico que el embeleso,
la profunda sensación de sentirse vivos,
el infinito placer de reconocerse
en la entrega sin prisa, amanecidos
en el roce del pétalo, en la flor del beso.

Me harían falta ahora tus manos,
tu aliento, tus ojos,
la miel y el sello de tus labios.
Ahora que estoy solo,
con la felicidad oculta 
tras una leve sombra,
en la tarde…
Te debo un silencio
(Ruth Mesa)

Te busco en la noche,
el día ya se me hizo eterno,
anclada en tu coche
te debo un silencio.

Me cortas las alas ahora
sigo soñando que vas a volver
pero no pasan las horas
mil y un amanecer.

Quítame el pañuelo de los ojos,
átame a tu cintura
somos demasiado vanidosos
soñaremos en pintura.

Y me dirás mentiras,
y yo seduciré a la verdad.
Imprimo nuestras vidas
quien juró tener piedad.

Maniático del adiós,
prometiste tintar los recuerdos.
Bailé de la mano con el pasado,
el tiempo incumple los acuerdos.

Crecí, llegué tarde,
pero el futuro llegó este otoño,
volveremos a pisar la calle
llena de charcos y alboroto.

La seguiré hasta el fin

Muchas veces siento
que mi existir
es un mar en que las olas
chocan brutalmente
unas contra otras
destrozando mis más
robustos cimientos.

Algunas veces
recuerdo mi pasado
y lo anhelo.

Otras, en cambio,
quisiera esquivarlo
y me sumerjo
en el presente.

Así mi vida
es un vaivén de fuerzas
que arrecian contra mí
y se incrustan
en mi duda.

Después de la oscuridad
nace la luz
que acaricia
mi interior.
Se desliza suave,
se posa en el corazón
y derrite mi alma
abrasándola.

Sé que esa luz
ha existido desde siempre,
y aún cercado por la sombra,
realizo un acto de fe:
seguirla,
hasta el fin de mi vida.

sábado, 21 de julio de 2012

Estrella de futuro

Es muy hermoso contemplar
cómo nace diariamente una estrella
en tus ojos, para iluminar el futuro,
ofreciéndote fuerza y calor.
No permitas que escape
ese aliento vital, tan propio,
que invita sutilmente
a sumergirte en tu interior,
hasta alcanzar la paz.
¿Quién podrá detener
con su sombra lo inevitable?
¿Quién se atreverá a impedir
que habitemos el país de la ternura?
¿Quién maquinará ahogar en sangre
la imposible muerte del amanecer?
Es duro mantener la esperanza,
y más aún,
trabajar por conquistarla...
pero vamos a conseguirlo
con el esfuerzo cotidiano,
siendo tenaces, libres, confiados,
sencillos, alegres, rebeldes.
Mañana, hoy, será mejor.
Vamos a marcar el sendero
con besos y miradas
transparentes como lágrimas,
con abrazos sinceros y cómplices,
con silencios para pensar,
callar y acompañar.
Vamos a parir con enorme felicidad
un mundo nuevo,
una vida más gozosa.
Siempre valdrá la pena el esfuerzo
aunque no lleguemos a ver su fruto,
pero permaneciendo juntos 
hasta el final.

Momentos

Cada momento que vives es una llamada
a experimentarlo y hacerlo carne propia,
a metabolizarlo, a recibir su enseñanza,
su tarjeta de visita.
A veces aparece con un rostro triste,
doloroso, pertinaz.
Y cuesta comprender el mensaje.
Hay que leerlo diseccionándolo.
A veces llega radiante,
con la sonrisa franca y los brazos abiertos.
Entonces hay que gozar a tope,
sin miramientos.
Y, a veces, viene sereno,
suave, tenue, delicado.
Como una brisa.
Como la dulce costumbre de cada día.
Entonces hay que dejarse invadir,
contemplarlo, callar,
dejarse también llevar
manejando, no obstante,
tú misma el timón.
Son todos y cada uno
de los momentos de la vida
los que te invitan a gozar,
a ser sencillamente mujer.

Labordeta

Como una leve hoja verde colmada de savia,
Como el gorrión que entona en su rama su trino,
Como un hombre tímido, comprometido y libre, sin más.
Así tu vida, así tu testamento de luz,
Tu agenda repleta de nombres y amigos.
No hay lágrimas en tu despedida,
Sólo canciones, recuerdos puros,
Agradecimientos, el homenaje emocionado
De una tierra y miles de ciudadanos
En pie, como árboles, mirando desde tus ojos
Y tu voz la realidad, el horizonte, su futuro.
Hoy nos atrevemos a cantar a un hombre sincero,
Que se atrevió a llamar
A su palabra, libertad,
A la injusticia, opresión,
A la utopía, lucha diaria.
Y enviar a la mierda a quienes se ríen
De una vida entregada gratuitamente
Como servicio por los demás.
Nadie volverá a entonar como tú,
Con ese mismo acento,
Con esa inmensa vitalidad,
Con ese desafío permanente,
Con esa muestra de ternura e ironía.
Se han quedado grabados
En nuestros corazones
El humor, la sencillez,
La emoción, tu vida.
La sangre y la esperanza.
La realidad y el horizonte cotidiano.
Y el rumor del amor más verdadero,
Vigilante siempre en nuestros labios,
En nuestro corazón.

Lento como el tiempo

Lento como el tiempo,
firme como la roca
o impetuoso como el viento,
en largas noches de sosiego
y ardientes uniones
de cuerpos y esperanzas.
La cercanía y la posesión destructora,
la palabra y las manos compartidas,
la brisa plateada en la tierna caricia
del recuerdo convertido en presencia.
Nuestras vidas, que se transforman
en sangre, cariño y pasión
son como una promesa, quizá
-con la fuerza del amor-
una certeza…

Rocas hirientes

Hoy me he acercado a la orilla de nuestro río:
cómo podré cruzar sus aguas tumultuosas,
cómo enfrentarme a su alado curso, frío,
a sus rocas hirientes, resbaladizas, furiosas.

Por dónde vadear la noche y su intenso clamor,
hacia dónde caminar por la espesura de sus riberas,
sin perderme por las sendas abruptas del desamor,
por la umbría de los confines de la primavera.

Quién me rociará con su aprecio y consuelo
ante esta insistente, recia pesadumbre,
estas dudas, espesas nubes que sepultan anhelos.

A quién confiaré la clave de mi intimidad,
para que reavive la pasión, su ardiente lumbre,
las vulnerables y hondas sendas de la sensibilidad.

martes, 12 de junio de 2012

El misterio de la piedra

He estado contemplando petrificado,
en este Abril cercenado a frías dentelladas,
el misterio insólito de la piedra
nuestra prehistoria viva y presente en la piedra.

Manantiales, fuentes, nacimientos,
hilos de agua horadando la piedra,
resquebrajando las piedras,
embelleciendo de cálidos destellos la piedra.

Valles escoltados por piedras,
alturas descomunales de piedras,
ríos que han partido en dos las montañas de piedra,
vertiginosos farallones, como castillos de piedra.

Ahora solo vislumbro bloques inmensos de cemento,
el asfalto como un camino oscuro y abrasador,
y me siento extranjero en una tierra que oculta la piedra,
huérfano de una historia grabada a viento y fuego en la piedra.
 

Sé que existes en mí

Tu huella labrada sobre arenisca ha dejado
algo profundamente significativo en mí.
Sé que existes en mí.
Siento que me estás viviendo más allá de mí.

En cada beso te devuelvo a la vida,
tú, el don por el que me percibo vivo,
tú, la respuesta definitiva a mis dudas,
tú, mi milagro descifrado en lo cotidiano.

Amanezco como tierra en secano sin tu agua viva,
eres el aliento de mi resistencia.
No siembro en ti más que ardor amasado en dolor,
y no recojo más que frutos de amor.
Gozo de ti en la permanencia del tiempo,
caminando sobre el lecho de tu presencia
que se me ofrece como un don
para agradecer y explorar lo desconocido,
para continuar descubriendo tu misterio…

Mi gozo y mi indignación, tú,
que pueblas mis momentos de intimidad
como sombra, ola, brisa,
serena certidumbre, sosiego, acicate.
Tú, racional buscadora de sentido
que asientas mis pies sobre el polvo del camino,
música que solaza mi corazón,
mi hermosa y vibrante sinfonía,
mi palabra aún no escrita...
El abrazo entre la tierra que eres tú
y el mar que soy yo adquiere
la forma de un pálpito vibrante.

Tú, mi propio sentimiento,
tantas veces sobrecogido
a corazón abierto,
escarpada cumbre y valle al unísono,
todo respira anhelante en ti.

Tú, mi ciudad del alma, mi patria, mi fe,
mi geografía interior,
me encaramo hacia ti
para intentar acariciar tu cielo…

Somos como ondas de un río
que parten de un mismo centro:
el sorprendente prodigio de la vida.

El rocío del amor

Después de caminar tanto tiempo a oscuras
no hay nada como una mano amiga,
cuya luz brille sobre ti y te ofrezca consuelo.

Después de tantos sinsabores y anhelos
es necesario conducir tu propia auriga
y escuchar tu nombre desde la sonrisa más pura. 

Qué más puede pedir cada mañana luminosa
que sentir su ternura y la humedad de sus labios,

cien años nunca dura el mal, ni sus resabios,
pues el rocío del amor te asombra con su forma más hermosa.

lunes, 11 de junio de 2012

Una voz resuena suavemente

Una voz resuena suavemente
como una llamada permanente,
como un eco desde muy adentro,
como una búsqueda irresistible:
a dejarnos empapar de humanidad,
a revestirnos de sonrisas,
a sonrojarnos de humildad,
a desvivirnos por solidaridad,
a gozar de la amistad.

Y a captar las ondas que nos circundan,
la otra mitad que nos complete,
el principio que nos han arrebatado,
hasta la conquista de la felicidad.
El camino lo tienes trazado
en el horizonte de tu mirada:
el amor como tarea permanente,
la ternura transpirando ya por tus poros
con una fragancia de abrazos.

Y mientras atrapas el tiempo
en tu estatura y tu frente,
permite al silencio que aposente
éstas y otras muchas palabras
en tu corazón, abierto a la vida.
Desafío

Ando descifrando las claves de la ternura,
la esencia del miedo, la penumbra, el dolor,
la cara oculta de la muerte, lo que perdura,
el misterio insondable y tangible del amor.

Atravieso las sendas veladas de la duda,
para que no me cautiven las certezas,
en búsqueda duradera, sincera, muda,
sorteando tantos reclamos y sus destrezas.

Me emocionan las expresiones de la belleza,
donde la pasión se transforma en mirada,
la noche en espejo que trasciende y embelesa.

Nada me urge más que enardecer el frío
del abismo y la distancia aherrojada,
para afrontar la levedad de la vida y su desafío.
Las fuentes del amor

Quién podría quedar desvalido ante tu influjo,
invulnerable a tu caricia, tu audacia y tu brisa,
o afligido bajo la sombra apacible de tu sonrisa,
quién sustraerse a tu suave hechizo y embrujo.

Quién no se dejará contagiar por tu contento,
por los elevados vuelos de tu palabra y tu mirada.
Sin ti la vida no sería la misma causa apasionada,
ni nuestra amistad mostraría tanto gozo y portento.

Quién no se abandonará al deslumbre de tu candor,
a nadie que acompañes le envolverá una breve penumbra,
en ti todo asciende ardoroso hacia las fuentes del amor.

Quién podrá sentir que pasas a su lado inadvertida,
pues tu presencia lo envuelve y dulcifica todo, desde
tu estrella, el claror y las brasas de tu íntima guarida
.
Raíces profundas

A dónde llegarán estas palabras
si los muros de cemento las ahogan
entre desvaídas soledades, provocadas
por el aislamiento de la gran ciudad.

Por qué cielos contaminados
fluirán los sueños y las risas fingidas,
las frías caricias, la tristeza de los pasos
sin rumbo frente al sombrío horizonte.

Desde qué lugar renacerán las cenizas
mortecinas por el lucro despiadado,
la noche oscura de las heridas abiertas
en la carne joven del desconcierto.

Este Abril tampoco ha derramado
el agua purificadora y fértil,
la brisa suave que dulcifica
la espera de un nuevo amanecer.

Sin embargo, el asombro. Entre las hendiduras
del asfalto resquebrajado, un brote verde,
un pequeño tallo desafía, con sus raíces
profundas el corazón de la tierra.
El tiempo del amor 
Lanzaste a tu madre
una pregunta, a bocajarro:
¿cómo puede el amor que os tenéis
durar tantos años?

Y ella, después
de recibir su impacto,
y unos breves instantes
de reflexión, te respondió:

Participando en la cotidianidad,
en la compra, la comida,
los problemas, la serenidad.

Sanando las abiertas heridas,
brindando una primera sonrisa,
acrecentando la libertad compartida,
abandonando la sombra y la prisa.

Perdonando las humillaciones,
las palabras lacerantes,
el reproche por las dañinas emociones,
el recuerdo de errores distantes.

Regalando una caricia, un beso,
una flor, un poema, un abrazo,
dedicando un momento de embeleso,
dejándote llevar por la pasión y su zarpazo.

Sintiendo en el alma la sangre y la oscuridad,
las lágrimas, la angustia, el lamento,
comprometiendo toda tu humanidad
en abrir brechas al muro del desaliento.

Descubriendo el universo de la ternura
en un destello, una palabra, una mirada,
y dejando que se consuma levemente la vida
tras el amor y su sombra en la persona amada.
EL MANANTIAL

Brota sereno el manantial,
murmullo tenue,
cargado de recuerdos
anhelos,
vivencias.

Surge oculto
entre piedras
musgo y helechos,
tembloroso hilo,
silencioso,
imperceptible.

Constancia que horada
la memoria
transformándola
en historia de cada día,
esta hora
de incertidumbres,
temores
y deseos.
Dulces compañeros (allá por 1978)

La alegría
en mis soledades y tristezas,
es la punta que provoca
pensamientos,
blancura de bondad que los recoge
y dureza que los sostiene.

Son compañeros del alma
-en sus silencios-
momentos de estancias
-en la esperanza-.

Son derramamientos
de corazón ensangrentado
por el roce constante
en rocas duras,
de olvidos y ausencias,
compañía de nubes,
vientos y heladas,
de hombres nacidos de tierra,
-duros miembros y tez serena-.

Son almas de mis dedos
-inanimados-
por el cansancio
que provocan las penas.

Dulces compañeros
del alma en su tristeza,
vengo a deciros
que sigáis dejándoos
guiar en los dedos de mis manos
llagadas por la
tierra.
Portadores de vida

Ser destructores
de oscuridades, tinieblas,
miedos, dolor.

Ser inquebrantables
como la roca, cimientos
de un nuevo amanecer.

Ser como la montaña,
el río, el viento,
la lluvia, la canción.

Ser luchadores incansables
por la verdad, la justicia,
la libertad, el amor.

Ser portadores de vida,
con las manos abiertas
a toda la humanidad
y los puños apretados
hasta que llegue el día.

Ser la noche en vela,
pensando, eneseñando,
contemplando,
acariciando, entregándonos.

Ser calor, luz,
ternura, camino.

Ser tercos hasta la victoria,
con el odio eterno
a los compañeros de la muerte.

Ser hombres y mujeres nuevos,
noche a noche, en la madrugada,
hasta el amanecer del nuevo día,
esa tierra nueva que esperamos.
Momentos

Cada momento que vives es una llamada
a experimentarlo y hacerlo carne propia,
a metabolizarlo, a recibir su enseñanza,
su tarjeta de visita.
A veces aparece con un rostro triste,
doloroso, pertinaz.
Y cuesta comprender el mensaje.
Hay que leerlo diseccionándolo.
A veces llega radiante,
con la sonrisa franca y los brazos abiertos.
Entonces hay que gozar a tope,
sin miramientos.
Y, a veces, viene sereno,
suave, tenue, delicado.
 
Como una brisa.
Como la dulce costumbre de cada día.
Entonces hay que dejarse invadir,
contemplarlo, callar,
dejarse también llevar
manejando, no obstante,
tú misma el timón.
 
Son todos y cada uno
de los momentos de la vida
los que te invitan a gozar,
a ser sencillamente mujer.

domingo, 11 de marzo de 2012

Sobre la estela de una gran ola

Sobre la estela de una gran ola,
en los destellos diáfanos de cada gota,
reverberan los iris multicolores de eternos ensueños
agazapados tras los oscuros pliegues de la vida.

Una ola tras otra, sutiles, persistentes,
o con un oleaje intrépido, embravecido, se lanzan
contra firmes escolleras y acantilados,
duros, pétreos, en apariencia impenetrables.

Horadan cabalgando sobre la húmeda brisa
o sobre un arrollador viento huracanado,
que resuena en un eco de persistentes energías,
clamores, en las oquedades de los malecones.

Hasta perfilarse sobre la cima de la realidad
una silueta nítida -millones de rostros vivos-,
hacia la que peregrinan unidas en la diferencia,
desafiantes, con la mirada prendida en el horizonte

domingo, 4 de marzo de 2012

El silencio


Tan sosegado,
el silencio.

Al fondo
sonidos de cláxones,
llamadas sin respuesta, sirenas.

Pero caminando
entre eucaliptus, pinos,
abetos y almendros,
solo los variados
trinos de las aves
se deslizan en mi interior,
inundándolo de melodías.

Una cálida melancolía,
una caricia suave en el alma,
un momento inusitado de paz
posterga el polvo del camino,
el cruel lamento de la ciudad.

Los pasos agitados
de los caminantes
se alejan presurosos.

Mientras, yo me quedo a solas,
contemplando más allá
de las altas copas y los pétalos,
abrazado, seducido
por el rumor quedo
de este fascinante silencio.